ESPAÑOLIZANDO
No cabe a estas alturas la menor duda de que José Ignacio Wert, ministro de
Educación y Cultura, es uno de los más desafortunados hallazgos del Gobierno
Rajoy. Un hombre que, como comentarista y tertuliano de Iñaki Gabilondo,
resultaba interesante e incluso progresista, a la hora de la verdad, como
titular del Ministerio, es un auténtico fiasco. Lo que demuestra que no basta
con ser un gran conversador para ser un buen político.
Sus tropiezos son continuos; el último, el pasado miércoles, ha puesto una vez
más de manifiesto sus escasísimas dotes diplomáticas. Abogar a estas alturas,
en un momento en que las relaciones entre Cataluña y el resto de España echan
chispas, por la “españolización” de los niños catalanes, o se explica bien, con
claridad y pertinencia, o se expone, como se ha expuesto, a hacer un muy flaco
favor a su partido en Cataluña en vísperas de las elecciones autonómicas.
De haber estado bien aconsejado, debería haber sabido aquello de “a buenas
horas mangas verdes”, y de que con esas palabras lo único que hacía era echar
gasolina al fuego. No cabe duda de que estamos ante un hombre no dotado
precisamente del don de la oportunidad. Obrando de ese modo, lo único que ha
conseguido es dar aún más argumentos a los catalanistas radicales para que
cierren filas y justifiquen ante los tibios que, efectivamente, el enemigo se
llama Madrid.
Y lo peor es que lo que realmente le ocurrió a este hombre fue que le traicionó
la oratoria; porque lo que sin duda pretendía decir es que había que,
respetando los particularismos de cada región, en este caso Cataluña, y
salvaguardando algo tan fundamental en España como son las esencias
inconmensurables de ese mosaico de pueblos que conforman España, estimular, en
lo que cabe, el sentimiento de lo español, de lo que, por encima de todo, nos
une como nación.
Pero está claro que ni fue oportuno, ni afortunado, ni nada por el estilo,
contribuyendo a la barrida que se anuncia irremisible en las elecciones vascas
y catalanas, donde, según las encuestas, los nacionalistas van a campar por sus
respetos, con las gravísimas consecuencias que se pueden imaginar, tras el
desastre irremediable del Partido Socialista en ambas comunidades históricas,
haciéndose así realidad lo que venimos denunciando desde hace más de veinte
años, es decir, el flagrante error que supuso en su día ceder las competencias
educativas a las diferentes comunidades confiando, cándidamente, en la lealtad
de quienes bien sabíamos que desconocían la naturaleza de dicho término.
Aquella resolución lamentable no sólo destrozó el sistema educativo español
sino que, para colmo, trajo estos lodos.
Y es que, de inmediato, el País Vasco y Cataluña iniciaron su particular poda,
imponiendo su particular historia y su particular geografía, que ignoraba
cuanto trascendiera sus fronteras, y lo que es peor, iniciaban un plan
educativo dogmático y exclusivistas aplicado a una generación de estudiantes criados
en la indiferencia cuando no en el odio y la aversión hacia el otro, el
distinto, el de allende sus propias fronteras, o sea, el español. Todos
aquellos que no hallaron en sus propias familias un contrapeso a esa trampa
saducea, son lo que ahora decididamente desean la secesión.
Por eso, pienso que lo que ha hecho el ministro Wert no pasa de ser un brindis
al sol, un error en el que un británico jamás hubiera incurrido, haciéndose una
vez más realidad aquello de que cada vez que habla o actúa este personaje, al
Partido Popular le crecen enemigos como setas. Hay cosas que se hacen, pero
jamás se dicen.
Juan Bravo Castillo. Domingo, 14 de octubre de 2012
Comentarios
Publicar un comentario