EL ESTERCOLERO VALENCIANO
La risa de Rita Barberá, ronca,
brutal, machuna, resume el estercolero valenciano que, si Dios no lo remedia,
va a acabar arrastrando a Rajoy por su lenidad y su tibieza contra la
corrupción, empezando por Bárcenas. Los últimos sucesos demuestran
fehacientemente, por si queda alguna duda, que de “versos sueltos” ni hablar,
que estamos ante una auténtica “organización criminal”, una perfecta red
conjunta de altos cargos del PP valenciano que desvió millones de euros en
contratos amañados. Los detenidos, empezando por el ex alcalde de Xátiva y ex
presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, el “superman de levante”,
y pasando por toda una panoplia de altos cargos de la Comunidad, la mayoría muy
cercanos a Rita Barberá, perfectamente blindada ella en el Senado de España,
lavaban el dinero en actos de campaña o en el extranjero. Entramado mafioso
perfecto que actuaba aprovechando que el foco estaba en la trama Gürtel, para perpetrar un fraude aún
mayor.
¿Y con estos mimbres pretende Rajoy
ser investido presidente de España otros cuatro años más? ¿Y con esos mimbres
le puede extrañar que gentes como Pedro Sánchez y los suyos se nieguen en
redondo a hablar con él y prestarle su apoyo? ¿Y con esos mimbres el señor
Rajoy se atreve todavía a hablar y a decir que ha ganado las elecciones? Entre
los siete millones de electores que han votado al PP por motivos más o menos
ideológicos o de pura convicción, es de suponer que hay cientos de miles que
estos días seguirán tapándose la nariz avergonzados del escándalo que supone en
toda Europa tener a un posible presidente que ha permitido que, al amparo de
ese otro sumidero que son los ERES andaluces –aunténtica moneda de cambio–, el
partido gobernante en España, salvo excepciones honorables, se vea salpicado
por decenas de casos de corrupción de mayor o menor calado, que sin duda exigen
una regeneración sin paliativos.
Por muchísimo menos le repetía todos
los días en el Congreso de los Diputados e incluso en las calles y plazas José
María Aznar a Felipe González aquel célebre “¡Váyase, señor González!”. Pues
bien, qué más podemos hacer las gentes de bien que gritarle hasta que se dé por
enterado: “¡Váyase, señor Rajoy!” “Váyase y permita que alguien del PP que no
sea usted pueda iniciar un proceso de regeneración política eficaz, dejando
atrás una de las etapas más tristes de la democracia”.
No se escude usted en el oportunismo
de los cientos de miles de empleos creados en virtud de una reforma laboral
sangrante para el trabajador y que da
sus frutos asimismo en virtud de que aquí o aceptas la miseria de los
contratos laborales o te mueres de hambre o emigras. Comprenda de una vez que
es usted y sólo usted –cosa que lo sabe bien su partido– quien impide ese pacto,
trascendental, según usted y los suyos, para España, y que usted aspira a
pilotar. Busque entre los suyos, que sin duda los hay, la persona capaz de
ponerse al frente de la nave y, con el apoyo de Ciudadanos, es posible que
logre usted que el PSOE se abstenga y no porfíe en embarcarse en una aventura
más que arriesgada para España. Pero, eso sí, váyase limpiando a fondo las
letrinas, pues, de no ser así, siempre quedará flotando la sombra de su
implicación. No se empecine en hacer creer a los suyos que todos vendrán a
comer en sus manos por orden de sus mayores y de los intereses supremos de la
Comunidad Europea. Eso no vale.
Juan
Bravo Castillo. Lunes 1 de febrero de 2016
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