LOS NUEVOS REGENERACIONISTAS


            El tímido intento por parte del presidente Rajoy de generar miedos en la ciudadanía como modo de sacar tajada de cara a las Elecciones Generales, se diluye ante el buen hacer que, salvo excepciones, se está produciendo en la mayor parte del territorio con unos pactos que, en especial los impulsados por Ciudadanos, suponen una auténtica regeneración de la vida política, con una serie de puntos fundamentales (listas abiertas, limitaciones de mandatos, limpieza ética, etc.) que aspiran a depurar la vida política española que tan bajo había caído.
            Nada extraño, pues, que, a la vista de lo cual, Rajoy, bien aconsejado esta vez, renuncie a los viejos arquetipos y se apreste a edulcorar la fachada del edificio del PP ante unos comicios, posiblemente en noviembre, que pueden ser su tumba política. Los cambios que anuncia de modo inminente intentarán de todas las formas posibles capear el temporal, consciente de que la izquierda, hoy por hoy, aunque escindida, sobrepasa a la derecha con mucho, por culpa de su nefasta política social, de su falta de atención a temas esenciales, como la creciente y alarmante pobreza, el paro juvenil o el palpable deterioro de la Sanidad, la Educación y las prestaciones sociales.
            Él más que nadie sabe que ha llegado la hora de hacer justicia, de repartir beneficios entre quienes llevan años apretándose el cinturón y viendo cómo, con el nuevo sistema económico establecido desde el inicio de la crisis y la nefasta reforma laboral, España ha crecido, sí, pero sólo para unos pocos, en tanto que las depauperadas clases medias pagan y el pueblo fenece.
            Ahora bien, mucho me temo que, en vez de poner en práctica un revisionismo contundente en un partido en el que la corrupción ha proliferado de forma alarmante de sur a norte y de este a oeste como jamás se había visto, todo quede en un cambio de rostros, buscando perfiles más amables, y seguir dándole a la matraca de nuestro crecimiento económico (que bien sabemos en qué se basa) y de la buena imagen de España en Bruselas (la imagen del alumno aplicado que Rajoy siempre cultivó), cuando vemos cómo Gran Bretaña, con su doble juego, y Grecia, el socio díscolo, sacan sus buenos réditos sin tener que ahogar al ciudadano, como aquí se pretende. Véanse, si no, los consejos que Lagarde y el Banco Central nos siguen prodigando: nuevas subidas del IVA, nuevos recortes, moderación salarial, ¿hasta cuándo?, ¿hasta dónde? ¿No se dan cuenta de lo lejos que han llegado y el cataclismo que han generado en España?
            Pues más vale que se apliquen el cuento los garantes del statu quo, porque, visto lo visto, ni Ciudadanos ni Podemos van de farol; antes bien, todo indica que han venido a quedarse, a romper viejos moldes, a acabar con un sistema donde sólo los bellacos sin escrúpulos y empresarios sin entrañas se enriquecen, y a verter los viejos caldos en nuevos odres. Hay líneas rojas que jamás se pueden pisar en política impunemente y el PP y el PSOE lo hicieron hasta hartarse. Hoy toca diálogo, se exige diálogo. Pocos pueblos tan pacientes, y obedientes, como el español. Hable claro, señor Rajoy, muestre sus cartas. Basta de ases en la manga. Hay discursos que hace tiempo dejaron de funcionar por su falsedad e incoherencia; ahí es donde Iglesias y Rovira le han pasado por la banda. Se lo dijeron el otro día: mírese al espejo, señor Rajoy, y afronte los grandes problemas que diez años de desgobierno han generado en España. Veremos.

                               Juan Bravo Castillo. Lunes, 15 de junio de 2015

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