LA SOMBRA GRIEGA Y PODEMOS
Frente a los que auguran un 2015 de
salida definitiva de la crisis y del inicio de la recuperación económica,
movidos, claro está, por móviles electoralistas, la realidad, de analizarse
fríamente, no solamente no tiene nada de placentera, sino, antes bien, aparece
repleta de nubarrones y harto problemática.
De esos nubarrones, el más negro nos
viene del exterior –ya se sabe lo que implica formar parte de este complicado
andamiaje llamado Europa, en el que basta que falle una pequeña pieza para que
de inmediato el edificio entero se ponga en tenguerengue–. La gran amenaza, en
efecto, una vez más, nos viene de Grecia, esa misma que desde hace más de cinco
años la ingeniería financiera de la Unión europea trata de sacar a flote
imponiendo a sus ciudadanos durísimos sacrificios, aún más duros que los que
nos vienen aplicando en España, y, dando por supuesto, que la cirujía sirva
para practicar una “curación” que ellos saben más que milagrosa.
Y es tan parecido el proceso social
que allí se respira con el que por aquí respiramos, que no podemos menos de
vernos en su propio espejo. Allí, como aquí Pablo Iglesias, se ha erigido en
fuerza dominante el partido izquierdista antirrescate Syriza, cuyo líder,
Alexis Tsipras, se apresta, de ganar las elecciones del próximo 25 de enero, y
poder formar gobierno, a hacer justo lo mismo que se anuncia para España:
renegociar la deuda y poner fin a la política de austeridad impuesta por el
Gobierno alemán y el Fondo Monetario Internacional como condición de los
rescates de 2010 y 2012, con el riesgo del consiguiente colapso y la salida
definitiva de ese país del euro.
De nuevo, pues, tenemos el volcán en
erupción pese a todas las maniobras de ingeniería bancaria destinadas a sofocar
un incendio en el que cada parche lo único que hace es agravar las cosas. Y hay
demasiadas concomitancias entre el proceso griego y el español para que no se
enciendan las luces rojas de alarma, pues, por más que –y por suerte de momento
para nosotros– las diferencias de la situación financiera de ambos países estén
infinitamente a favor de España, hay, insisto, motivos de preocupación, con un
panorama que se asemeja en muchos puntos. Dos partidos dominantes –en Grecia la
Nueva Democracia de Andonis Samarás y el socialista Pasok– en franca capa caía,
en especial el Pasok; con escándalos por doquier y una corrupción galopante;
con un 30% de paro; con sueldos de hambre; con un ciudadano de cada cuatro en
situación de pobreza extrema; con la desesperación y el abatimiento convertidos
en emblema. Justo justo igual que en España, y, como aquí, un caldo de cultivo
que ha generado un partido revolucionario de corte bolivariano que amenaza con
cambiar las rígidas e injustas reglas de juego impuestas por la Alemania de la
inflexible Angela Merkel.
De momento, como sabemos, el FMI, en
espera de acontecimientos, ha aplicado la única medicina que en su opinión
procede, y que no es otra que el cierre del grifo, justo la misma que impondría
a Podemos de ganar las elecciones en España y llegar al Gobierno, con el riesgo
que ello supone a la hora de pagar las nóminas, jubilaciones, intereses, etc.
Es la norma del que tiene la sartén por el mango, y los dueños de Europa lo
tienen muy claro a la hora de imponer sus leyes. Estamos, a no dudarlo, entre
la espada y la pared, y lo que parece bonito en algunas bocas, choca
frontalmente con la razón de la sinrazón de los poderosos. ¿Qué hacer, pues?
¿La Revolución de Octubre?
Juan
Bravo Castillo. Lunes, 5 de enero de 2015
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