HACIA LA CATÁSTROFE SOCIAL
Frente
a las arteras maniobras de enriquecimiento propiciadas por los grandes
gerifaltes de las finanzas mundiales, maniobras favorecidas por el hundimiento
del comunismo soviético, el aburguesamiento chino y las enormes facilidades de
extorsión generadas por las nuevas tecnologías, hoy más que nunca se precisa de
políticas sociales socialdemócratas destinadas a reducir como sea el ya
prácticamente insalvable abismo entre ricos y pobres, en un mundo en el que los
ricos hacen gala de una voracidad sin límites, y los pobres, junto a las cada
vez más debilitadas clases medias, se ven cada vez más hundidos en la
desesperanza.
En
España, concretamente, este fenómeno lo estamos viviendo de una manera
palmaria, hasta el punto de que el gran “mérito” del que pueden hacer gala
Rajoy y los suyos –y la
Historia se lo reconocerá muy pronto– es el de haber dejado
el país, en un tiempo récord, en el furgón de cola de las desigualdades
sociales junto a Letonia.
A
mí se me caería la cara de vergüenza, a usted no sé, si para restablecer la
macroeconomía de un país, hubiera tenido que sacrificar, como Abraham, a toda
una generación de jóvenes y niños, condenándolos a la pobreza, a la indigencia
y al desarraigo, al tiempo que veía cómo unos cuantos privilegiados carroñeros
salían del envite ahítos y con ansias de que la crisis se prolongara hasta el
infinito.
Los
hay que han optado por ponerse la venda sobre los ojos, y decirse que lo mismo
que la crisis vino, pasará, pero la cruda realidad es que, como bien muestran
las encuestas recién publicadas por Intermón Oxfam, Cáritas, Unicef, etc., el
desastre se agudiza, las desigualdades económicas crecen en la mayoría de los
países hasta el punto de que el 1% de la población detenta casi la mitad de la
riqueza mundial, y lo que es peor, que esta casta de pudientes, incapaces de
conformarse con lo ya obtenido, como ocurriera con Hitler, son de una avidez
nunca vista y, ya no conformes con la riqueza, tratan y a menudo lo consiguen
de secuestrar el poder político para manipular las reglas del juego económico.
Desayunarse,
por ejemplo, con que el BBVA acaba de obtener en España un beneficio de 1.929
millones de euros hasta septiembre, cuando Cáritas no da abasto, cuando cinco
millones de españoles han perdido la esperanza de encontrar un medio
subsistencia, cuando de cada diez españoles, tres han quedado definitivamente
excluidos del sistema, cuando, como en los penosos tiempos del franquismo
nuestros abuelos, a nuestra juventud no le queda más remedio que irse a la
emigración, mientras que otros, obligados por la pura necesidad, tienen que
aceptar para sobrevivir salarios por debajo del sueldo base, no puede calificarse
menos de obsceno.
Yo,
sinceramente, de ser Rajoy, ni sacaría pecho ni me sentiría orgulloso de tan
miserables resultados. Es más, como Juan Carlos I cuando fue pillado in
fraganti en Bostwana, me apresuraría, en vista del escándalo que supone el hecho
de que las 20 personas más ricas en España posean una fortuna similar a los
ingresos del 20% de la población más pobre, a pedir públicamente perdón, antes
de que el electorado me lo haga pagar con creces, por haber hecho durante a legislatura justo lo
contrario de lo que prometí y haber dado lugar a tamaña injusticia, haciendo
recaer en los hombros de los menesterosos los errores de los opulentos. Excelsa
forma de hacer política, vive Dios.
Juan Bravo
Castillo. Lunes 3 de noviembre de 2014
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