NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA
Cristobal Rojas (1857-1890) La miseria (1886)
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Ha costado esfuerzo, pero al final se ha sabido fehacientemente lo que imaginábamos: que las lágrimas de unos (en este caso la mayoría), sirven de alimento a las risas de otros, unos pocos, pero algo es algo. Y es que, como saben, esta semana se hacía público, por parte del Congreso de los Diputados, tras una pregunta por escrito de los parlamentarios socialistas Guadalupe Martín y Luis Carlos Sauquillo, el número – modesto sin duda– de “nuevos ricos” en Castilla-La Mancha a lo largo de 2012. El número, insisto, es más bien modesto, pero el mensaje para los miles de castellano-manchegos en situación difícil e incluso desesperada, es evidentemente claro: no hay que desesperar, sino antes bien, insistir, porfiar.
Sí, señor, son nada más y nada menos
que 44 los castellano-manchegos que, en 2012, se adentraron en el umbral de la
riqueza –18 de Toledo, 9 de Albacete, 7 de Guadalajara, 5 de Cuenca y otros
tantos de Ciudad Real–. Para que luego digan que en época de vacas flacas, hard times, los campos no dan trigo.
¡Qué pena no saber los nombres y las profesiones de estas personas que han
logrado el tour de force de elevarse
hasta las nubes mientras miles y miles agotan sus posibilidades de subsistencia
y otros ciento cincuenta daban gracias a Alá tras lograr la gesta de saltar la
valla de Ceuta!
El ejemplo, insisto, es digno de
mención, ya que estos afortunados caballeros, o señoras, han demostrado que al
mal tiempo, buena cara, y que no hay bien ni mal que cien años dure. El dinero
está ahí, para que unos cuantos se lo lleven, y todo es cuestión de tesón, de
eficacia, de ingenio y, sobre todo, de capacidad acumulativa.
El problema, claro, es la
obstinación de los grupos de la oposición, concretamente en nuestra región, el
Partido Socialista, que, siempre procurando hacer la puñeta, se apresuraba,
mediante una enmienda a la Ley de Medidas Tributarias, que se aprobó a finales
del pasado año, a incluir un impuesto para gravar las grandes fortunas. La
enmienda de los socialistas consistía en que pagasen un nuevo impuesto aquellos
ciudadanos que superasen los 80.000 euros anuales de ingresos o los que
tuviesen un patrimonio superior a los 500.000 euros, con la esperanza de que,
de ese modo, el gobierno regional recaudara unos 40 millones de euros en el
primer caso y 54 en el segundo. Lógicamente, la mayoría del Partido Popular no
tardó en imponer su ley, por inoportuna y por oportunista, alegando, con toda
la razón, que por qué no impusieron ellos tal medida cuando tuvieron ocasión de
hacerlo durante los gobiernos de Bono o de Barreda. Y es que, como todos
sabemos, no es lo mismo predicar que dar trigo.
Así funciona esto, nos guste o no. Hoy
por mí, mañana por ti, los afortunados del régimen, incluidos los “nuevos
ricos” venidos a sumarse a la algarabía general, siguen dejando gentilmente que
sean las clases medias las encargadas de sostener la nave del Estado, mientras
ellos disponen de su dinerito contante y sonante para consumir a manos llenas,
crear empresas y, ya de paso, abrirse una cuentecilla en un paraíso fiscal, a
ser posible en Genève, donde, por cierto, también tenía sus ahorrillos el
eminente político madrileño, señor Granados, que tantas lecciones de moral
patriótica nos había venido dando en tertulias y coloquios de toda índole estos
últimos años. ¡La leche, vamos!
Amigos sufridores, no pierdan la
confianza en sus gobernantes. Ejemplos como los que vemos nos permiten albergar
esperanzas de que también un día para ustedes se abrirá una ventanita de luz.
Perseveren y confíen en la equidad de quienes mandan. ¿Por qué no pueden ser
ustedes los próximos agraciados?
Juan Bravo
Castillo. Domingo 23 de febrero de 2014
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