BARCAROLA Y CLARÍN ADOLESCENTE




 
            Barcarola tiene motivos para sentirse orgullosa con el número doble que acaba de sacar a la luz y que, el pasado jueves, se presentaba con toda brillantez en el Museo Municipal de nuestra ciudad, en cuyo transcurso algunos de sus colaboradores leyeron sus respectivos poemas haciendo así palpable el hondo sentimiento que anima a todos y cada uno de los que ven incluidos sus textos en esta señera publicación. Cabe asimismo destacar la cálida exposición que Rubí Sanz hiciera del añorado Miguel Barnés, a cuya memoria Barcarola ha dedicado un hermoso dossier.
            Pero como digo, la pieza clave de este número con el que nuestra revista literaria albaceteña se torna octogenaria, es el dossier especial de casi cien páginas originales del  gran genio de las letras, Leopoldo Alas, Clarín, autor de La Regenta, una de las cuatro novelas más importantes de la literatura española junto al Quijote, el Lazarillo de Tormes y Fortunata y Jacinta de Pérez Galdós.
             Se trata de un conjunto de textos escritos durante la juventud de Clarín, en los que se percibe ya la genialidad del futuro novelista, y en los que se puede perfectamente apreciar la altísima calidad de que hacía gala, tanto en sus poemas, piezas teatrales, relatos y demás textos sueltos, por no hablar de las revistas esbozadas a mano, que él solo escribía y sacaba a la luz. Una aportación excepcional que no sólo encumbra un poco más a Barcarola –que, recordemos, ya sacó a la luz textos originales de García Lorca, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno y Miguel Hernández–, sino que también ayuda a extender su prestigio y el de sus colaboradores, habida cuenta de que este número será referencia obligada en todas las universidades del mundo adonde acuden hispanistas a consultar la obra de Clarín.
            Quienes consulten el dossier tendrán la oportunidad de leer con todo detalle el triste y feliz a la postre peregrinaje de estos textos clarinianos, que en muchos aspectos recuerda el del Códice Calixtino, en la memoria de todos, aunque mucho más trágico. La biznieta de Leopoldo Alas, doña Ana Cristina Tolivar Alas, a cuya deferencia debemos la cesión, por medio del profesor y miembro del consejo de dirección de Barcarola, Santos Sanz Villanueva, de esta parte inédita de la obra de bisabuelo, encomendó a doña Carole Fillère la introducción de la misma en un apasionante prólogo titulado “La forja clariniana: misceláneas y escritos inéditos de juventud”.
            Con suma crudeza y verismo, Madame Fillère da cuenta del trágico destino de la obra de Clarín, incluidos estos trabajos, desde el momento de la temprana muerte del autor en 1901. Su biblioteca fue dividida entre sus tres hijos: Elisa se llevó a Madrid gran parte de las novelas y obras de ficción, desgraciadamente perdidas en casi su totalidad, puesto que tuvieron que ser usadas como combustible durante el asedio de la capital en la Guerra Civil. Adolfo conservó muchas obras de gran valor literario o bibliográfico, así como los muebles del despacho de su padre,  confiados hoy día al cuidado de la Biblioteca de Asturias. La tercera parte del legado, así como los manuscritos, se quedaron en casa de su hijo primogénito, Leopoldo Alas Argüelles, rector de la Universidad de Oviedo, diputado y miembro del gobierno de Azaña, quien fue juzgado por los franquistas el 21 de enero de 1937 y fusilado el 20 de febrero. Empezó entonces el largo peregrinar, iniciado por su viuda, de aquel valioso patrimonio, primero en la taberna de enfrente de su casa, envuelto en mantas y trapos, luego en Mieres donde permaneció años en un establo, y de allí a Zaragoza y Oviedo. Todo un historial, que es una pura metáfora del devenir de la cultura española. Saboreemos, pues, estos textos.

                                    Juan Bravo Castillo. Domingo, 9 de junio de 2013   

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