TOCANDO FONDO
Los acontecimientos se precipitan. España se descompone económica y moralmente, o viceversa, lo mismo da. Cuando el barco se hunde, las primeras en salir a escape son las ratas de las sentinas. Eso mismo está ocurriendo en España. Cuando en 1640, el Imperio español empezó a hacer aguas y la teta de la vaca empezó a secarse, a Portugal, instigada por Inglaterra, le faltó tiempo para secesionarse, y la burguesía catalana, instigada por Francia, inició su ensoñación separatista que, a lo largo de los siglos, y con intermitencias, ha continuado nutriéndose de sí misma. Hoy que es cuando, de verdad, hay que poner el hombro, Artur Mas, con una serie de movimientos arteros perfectamente calculados, inicia, con su partido, Convergencia, una deriva separatista de muy inciertos derroteros, pero que, desde luego, no puede resultar más funesta e inoportuna para España. Y es que lo grave, aunque ya de por sí lo es, será el efecto dominó que, a la corta, sin dud