DIARIO DEL AÑO DEL DESASTRE (V) HUIS CLOS
Vamos hacia los cuarenta días de confinamiento (la cuarentena a la antigua). También Jesucristo pasó cuarenta días y cuarenta noches en el desierto soportando tentaciones y curtiéndose como dios y como hombre. El problema es que nosotros seguimos sin ver la salida del túnel. Lo único que nos tememos es que esta noche, en el momento mismo en que escribo estas líneas, otros quinientos compatriotas –¡ojalá me equivoque!– sigan rindiendo tributo a esta nueva sanguijuela que es el coronavirus. Es terrible despertarse cada mañana y enterarse de que la terrible cifra de muertos aumenta a un ritmo incesante, por no hablar de los tres, cuatro o cinco mil nuevos infectados, ¿cómo es posible, nos preguntamos? El desastre –el sanitario– sigue, pese al heroico comportamiento de los que a diario se baten el cobre con él, pagándolo con su vida o con el contagio. ¡Qué ejemplo de profesionalidad están dando al mundo! Sus aplausos a los que logran salvar la vida e