PEQUEÑA REFLEXIÓN NAVIDEÑA
Un año más hemos vivido la Nochebuena y la Navidad a nuestro aire, como hemos podido o como nos han dejado, intentando hallar esa paz tan difícil de alcanzar en este mundo convulso que nos ha tocado vivir y en el que la crueldad viene alcanzado cotas inimaginables. Y es que no es nada fácil compaginar el nacimiento del niño Dios con la muerte y el sufrimiento de miles de niños que, ahora en Alepo, y antes en toda Siria, tratan de ponerse a salvo en una guerra fratricida brutal. Hace falta, en efecto, mucho cuajo a un ser instalado en la molicie, como es nuestro caso, para olvidar, justo el día en que celebramos la venida al mundo del Mesías, esos rostros aterrorizados que a diario nos sirven las televisiones a la hora de la comida o de la cena, por no hablar de aquellos otros pequeñuelos arrojados a las playas como muñequitos yertos y que de tal modo nos hicieron estremecer. Los límites alcanzados por la crueldad desde la contienda español