ESPAÑA ENVEJECE
Tenía que llegar y ha llegado. España, desde el tristemente célebre “que inventen ellos” de Unamuno, se acostumbró a hacer frente a los problemas sólo cuando éstos estallan, en vez de verlos venir y prevenirlos. En eso, como en tantas cosas, somos un país mediocre y desdichado. Mientras que en Europa se practicaban ayudas e incentivos de todo tipo a la natalidad, en España, salvo el breve y tan criticado gesto de Zapatero, todo se ha fiado tradicionalmente al “instinto básico” de su ciudadanía y a su natural propensión a la prole. Hubo una época en tiempos de Franco que el trabajador recibía una pequeñísima suma por hijo que acabó por extinguirse por inanición, relegándola a la declaración de la renta. Todo ello en una época de encarecimiento progresivo de la vida, que hizo que poco a poco tener hijos se convirtiera en una auténtica heroicidad. No queda muy lejos aquella sociedad española rural, pobre y mísera, en que los hijos eran una aut