¿PODEMOS?
Lo
más novedoso y estimulante del triste espectáculo de la política española de
los últimos años ha sido, qué duda cabe, la irrupción de “Podemos”, capitaneado
por Pablo Iglesias, en los últimos comicios europeos. De entonces acá, España
se ha dividido entre defensores y detractores de este nuevo partido,
consagrándole programas y programas, la mayoría para denostarlo, por más que lo
único que hayan conseguido éstos es hacerle una publicidad gratuita, aumentando
su popularidad hasta el punto que ya se plantea metas más ambiciosas en las
próximas elecciones municipales y autonómicas, con resultados esperanzadores
para dicho grupo.
No
es la primera vez que se produce un fenómeno de esta trascendencia, incluso en
España, tan dada ella al bipartidismo. Ahí tenemos la presencia de UPyD, o la
de Ciudadanos que, durante unos cuantos años han sabido granjearse la simpatía
de muchas personas hartas de votar a los de siempre. Ahora bien, en tanto que
el partido de Rosa Díez y el de Albert Rivera hace meses que tocaron techo,
“Podemos” es una incógnita que mientras que a muchos entusiasma, a otros
preocupa y de qué modo: ahí están, si no, sus acusadores, asimilándolo a los
nazis, los chavistas, los stalinistas, etc.
La
realidad es que este grupo de “profesores universitarios” es una consecuencia
lógica del caos democrático y social que se produjo en España a raíz de la
crisis económica y la incapacidad manifiesta de los dos grandes partidos para
hacer frente a la situación, amén de su vergonzante sumisión a los grandes
poderes fácticos. Fue así como surgió aquel movimiento juvenil único que hizo
de la Puerta del Sol de Madrid un auténtico bastión comparable al Mayo del 68
francés, al que sólo faltó que se le unieran los obreros. Por fin despertaba
aquella juventud “perdida” que desde las aulas los docentes tratábamos en vano
de despertar. Y despertaron. Y aguantaron. Hasta que al final fueron
desalojados y engañados sin obtener el menor rédito por parte de un Gobierno
inmovilista que, en vez de dialogar, de lo único que se preocupó fue de
promulgar medidas disuasorias y coercitivas, encantado, por lo demás, de que
parte de aquella juventud hastiada cruzara las fronteras buscando un modus vivendi que su país era incapaz de
proporcionarle.
Propiciado
por la “Sexta” –el único canal televisivo progresista–, surgió el fenómeno
“Pablo Iglesias”, un joven profesor universitario de largo calado, con un
discurso atrayente y una imperturbabilidad manifiesta ante los ataques de la
derecha. Sus palabras, sin embargo, siempre medidas, fueron hallando cabida en
los oídos abiertos de los desengañados de aquí y de allá, hasta acabar haciendo
de este personaje un mito. El problema, empero, de Iglesias, Monedero y demás
líderes del grupo es su evidente doctrinarismo, su pragmatismo, su exceso de
teoría y su escaso bagaje de vivencias y experiencia vital, lo que se traduce
en una inflexibilidad y una prepotencia que, por más que hoy día fascinen,
puede que acaben hastiando si un día tienen que hacer frente a los grandes
problemas de gobierno.
Con
todo, su irrupción en el escenario político no puede por menos que despertar
esperanzas e incluso puede que resulte altamente beneficiosa como fuerza
actuante, ya que, tanto al PP como al PSOE no les quedará más remedio que
ponerse de una vez las pilas y salir del aburguesamiento que a punto está de
impedirles hacer pie.
Juan Bravo Castillo.
Lunes 29 de septiembre de 2014
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