PONIENDO TIERRA DE POR MEDIO
Me alejo unos días de esta España
que hastía. Un país que durante años fue la gloria del mundo, por su forma de
vivir, por nuestra manera de entender la vida, hoy, por culpa del tremendo
error de entrar a formar parte de la Europa de los mercaderes, zozobra. Europa,
con su forma de vida pragmática, mercantilista, ácrata, ha sacado de nosotros
lo peor de nosotros mismos: el afán de lucro, el ansia de enriquecimiento a
toda costa, el conformismo más radical, el egoísmo a ultranza, conduciendo todo
ello, por lo demás, al descrédito de las élites, antaño glorias de este país,
en los siglos XVIII y XIX, y sumidas en el más absoluto desdoro, ahítas de
dinero que tienen depositado en paraísos fiscales, sin importarles en absoluto
esa traición al pueblo.
En Francia, como de costumbre, me
harán las mismas preguntas, las preguntas de rigor: ¿Qué os ha pasado?, ¿cómo
os habéis venido abajo tan rápidamente como os pusisteis en la cima? ¿Cómo es
posible que hayáis tolerado que los grandes partidos políticos se hayan
encenagado hasta ese punto? ¿Dónde están los sucesores de Pablo Iglesias,
Azaña, Prieto, Felipe González, e incluso de los Gil Robles y Fraga? ¿Adónde
han ido a parar las élites dirigentes? ¿Cómo es posible que una persona de la
talla del juez Baltasar Garzón haya sido expulsada sin contemplaciones de la
carrera judicial ante la indiferencia y la impotencia de los españoles de bien,
en tanto que personajes como Bárcenas, Díaz Ferrán, Conde, Gil y Gil y tantos y
tantos “chorizos” de guante blanco se han hecho los amos del país, amasando
fortunas inconmensurables? ¿Dónde están los filósofos, intelectuales y
personalidades llamados a reemplazar a los Tuñón de Lara, Tierno Galván,
Aranguren, Cela, Dámaso Alonso, Delibes, Hierro, Alberti, Torrente Ballester,
Vicente Aleixandre, etc.? ¿Es posible que España, la antaño admirada, se haya
dejado contagiar por la Francia posterior a Camus y Sartre, donde lo único que
ansía la gente es comer bien, beber mejor y fornicar aún más?
Y yo, sinceramente, me mostraré
incapaz de responder a preguntas que están en la mente no sólo de los franceses
cultos, sino también de media Europa, esa misma que antaño nos acogió con
entusiasmo y en la actualidad nos acogota bajo la férula de hierro de lo nuevos
ricos germanos y de esos judíos que no nos perdonan su expulsión de España, por
más que una minoría siga añorando la vieja Sepharad.
Me consolaré no obstante siguiendo
el Tour por el Alpe d´Huez y por Annecy, olvidando por unos días nuestras
miserias, procurando contemplar desde lo alto los innumerables problemas que
nos agobian, y así, con esa nueva perspectiva, tal vez lograr entender lo
inentendible, los innumerables porqués que nos impiden sacar cabeza como nación
y como pueblo, inconscientes, insisto, de que somos uno de los pueblos que más
motivos tienen para sentirse orgullosos de sus esencias, de su enorme variedad
de paisajes y costumbres, de su Historia, que tan mal hemos sabido vender,
incluso a los países hermanos de la América hispana, que cada vez ven más en
nosotros a una banda de explotadores llegados allí a sacarles la sangre en vez
de ayudarles.
Sí, conviene de cuando en cuando
retroceder unos pasos para tomar impulso, para ampliar la perspectiva, para
separarse por un tiempo de las miserias que nos rodean, y que hacen que la
marca España –como pedantemente se dice ahora– sea a diario pasto de los
noticiarios y de la prensa de todo el mundo, atónita de ver el altísimo grado
de corrupción de nuestro país y la enorme lentitud de su Justicia a la hora de
dar su merecido a tanto delincuente.
Juan
Bravo Castillo. Domingo, 14 de julio de 2013
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