UN LARGO SILENCIO
En una época de confusión como la que vivimos; una época en que, con el fenómeno de la autoedición, surgen a diario libros por doquier, poemarios, colecciones de relatos, ensayos, etc., que, sin pasar la mínima criba, se presentan como la obra de un auténtico genio en ciernes en entrevistas sin apenas rigor; en una época, insisto, en que surgen genios como setas que, con toda la desfachatez del mundo, y sin necesidad de abuela, se consideran Lorca, Joyce o Faulkner, y así se lo dicen al ingenuo entrevistador que así lo transcribe al pie de la letra; en una época, insisto, en que, precisamente por todo lo dicho, la crítica tiende a desaparecer porque no da abasto, y porque, como es natural, hay que reseñar a los “grandes”, a los Pérez Reverte, a los Javier Marías o a las Almudena Grande, para quienes la crítica es pura adulación, debido a la servidumbre que los pocos críticos que quedan dedican a las grandes editoriales; en una época así, tan dura y tan difícil, resulta