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Mostrando entradas de julio, 2018

DE MONTORO A MONTERO

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           Esta claro que no es lo mismo predicar que dar trigo. Hasta cuatro veces repitió Pedro Sánchez, a bombo y platillo, en distintos mítines, que en cuanto llegara al poder lo primero que iba a hacer es sacar a la luz la lista de morosos que se acogieron a la amnistía fiscal impulsada por el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro. Pero, llegado el momento de la verdad, la nueva ministra, María Jesús Montero, nos da una larga torera asegurando que “no encuentra capacidad jurídica para hacer pública esta lista con carácter retroactivo”. O sea, una vez más topamos, no con la Iglesia, como Don Quijote y Sancho, sino con la inefable Justicia. O sea que Montoro lo había dejado todo atado y bien atado y Pedro ni se había enterado.             Una vez más el pueblo vil, el pueblo inocente, ese mismo al que pertenecemos tú y yo y diecinueve millones de asalariados, más casi diez de jubilados –esos mismos que, como dice ferozmente mi amigo Enrique Cantos, tienen que dar de come

DUELO DE EGOS

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          Jugar con los sentimientos de la ciudadanía no es grato, pero está claro que en España a un tonto le das un lápiz y te pincha. No me gusta hablar de fútbol en esta columna por aquello de que tengo asumido que hoy más que nunca este deporte se ha erigido, ya sin cortapisas, en el opio del pueblo, pero de algo hay que vivir.           Dos acontecimientos escandalosos han marcado la historia de este deporte en estas últimas semanas en España: la actitud de un recién nombrado presidente de la Federación Española de Fútbol y el notición del “regalo” que Florentino Sánchez, presidente del Real Madrid, acaba de hacerle a la Juventus, su enemigo tradicional.             Lo del señor Rubiales marca un hito en la historia de la necedad de un dirigente deportivo en este país que jamás se ha caracterizado por sus lumbreras; lo de Florentino es un hito a la prepotencia del tipo adinerado que se cree por encima del mundo.          Tener una selección de fútbol, como la española

LA VIDA SIGUE IGUAL

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              Recuerdo con verdadera nostalgia cuando, hace no mucho tiempo, Pablo Manuel Iglesias, al frente de una auténtica escuadra de gladiadores universitarios en su mayoría, propusieron al país un nuevo “contrato social” que atrajo a millones de jóvenes y no tan jóvenes ciudadanos deseosos de que todo, y cuando digo todo quiero decir “todo”, cambiara. Fue un triunfo memorable que, junto con el de Ciudadanos en el bando opuesto, puso en tenguerengue el “antiguo y carcomido régimen” bipartidista de “Sagasta a Cánovas y de Cánovas a Sagasta”.             Pero qué tendrá el PODER para que en tan poco tiempo cunda el contagio y se imponga el axioma lampedusiano de “que todo cambie para que nada cambie”. Pablo Manuel e Irene no los conocen ya ni sus fieles más furibundos. Aquella nueva forma de hacer política se ha quedado en lo de siempre; lo que demuestra que aquí lo que se trata es de colocarse y de colocar a los amiguetes, siempre que éstos se presten a rendirte vasallaje

DIALOGAR CON UN NACIONALISTA

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                                        El tan ansiado diálogo con los nacionalistas parece ser ya un hecho. En realidad, con Íñigo Urkullu ya se   ha iniciado con resultados más que preocupantes, para los españoles, claro está. El que se anuncia con Quin Torras no puede menos que erizar el vello del sufrido españolito, ese mismo que paga religiosamente sus impuestos y ve cómo cada vez se torna más en ciudadano de segunda.             A fe que no me gustaría estar en la piel de Pedro Sánchez, pese a su proverbial optimismo, preocupante proverbial optimismo. Pero ahí está el tan demandado diálogo con vascos y catalanes, para gloria de la democracia.             Pero ¿estamos ante un verdadero diálogo? Ésa es la pregunta del millón. Un presidente que se precie debería empezar haciendo lo que hizo Kennedy a la ciudadanía estadounidense, o sea, preguntar: “¿Qué está usted dispuesto a dar al Estado?” Una pregunta que no dejaría de impactar por aquello de que la mejor defe