LA HIDRA DE LAS SIETE CABEZAS
Se equivocan quienes piensan que el problema de Euskadi quedó resuelto con la tregua definitiva de ETA, hecha por pura conveniencia y por exigencia de los que consideraban que había que cambiar de estrategia y seguir los pasos de los que, como Carod Rovira, habían conseguido más sin pegar un tiro que ellos asesinando a diestro y siniestro. Una táctica que inmediatamente se vio coronada por el éxito, con esa toma masiva de ayuntamientos y diputaciones. Se acababa así la época de escasez en que había que recurrir a la extorsión colectiva. La financiación estaba asegurada. Se imponía la prudencia. Pero esa misma prudencia es la que movió a los que realmente mueven el aparato terrorista a mantenerlo en un stand by provisional por si acaso las moscas, que todo podría ser. De ahí su sordera ante las conminaciones, por parte del Estado, de entregar las armas de una vez por todas y alcanzar una paz duradera, que no el olvido.