EL CLAN DE LOS PUJOL
Las dimensiones que está adquiriendo el affaire Pujol frisa en lo alarmante. Y es que se puede robar puntualmente, como un vulgar aficionado, pero hacerlo de una forma sistemática, insaciable y voraz, como al parecer ha ocurrido, implicando a toda su prole, tornándola primero copartícipe y luego protagonista colectivo como en las novelas río, implica un altísimo grado de indecencia y amoralidad. Dejando casos de dictadores tercermundistas, como pudiera ser el del dictador Teodoro Obiang, o los de la mafia siciliana, un affaire como el de Pujol tiene todos los visos de convertirse en paradigmático. A diferencia de los conocidísimos Bárcenas, Roldán, Gil y Gil o Ruiz Mateos, el clan Pujol no sólo extorsionaba sistemáticamente convirtiendo un Gobierno en una banca, sino que, entre col y col, incluso se permitía dar lecciones de moralidad, de ética y de patriotismo, y lo hacía con tales dosis de cinismo e hipocresía, que su mensaje calaba, convirtiéndose en referente para los catal