UNA CAMPAÑA PARA OLVIDAR
No tengo ni idea del porcentaje de españoles que acudirán hoy a votar para elegir a sus representantes en estos comicios europeos, pero, visto lo visto, no me extrañaría que se produjera una auténtica debacle participativa, hasta el punto de que, si las abstenciones y los votos en blanco dejaran –como así debería de ser– los correspondientes escaños libres, éstos, a no dudarlo, serían los verdaderos ganadores. Para suerte de los aspirantes, sin embargo, esto, hoy por hoy, no es así, y a ninguno de los elegidos le dolerán prendas establecerse durante seis años plácidamente en su poltrona aun a sabiendas de que es un regalo lo que el sistema electoral les ha otorgado. Y es que las cosas hay que trabajárselas, y ellos en modo alguno han sabido hacerlo. Incapaces de comunicar sus ideas respecto a Europa con la vehemencia que sería preciso, haciendo pedagogía a tantos y tantos ciudadanos españoles que lo único que saben del tema es el asunto de las cuotas o lo