OTROS DOS AÑOS PERDIDOS: SEÑOR RUBALCABA
El
milagro que espera el candidato de la oposición, don Alfredo Pérez Rubalcaba,
desde la aciaga noche, hace más de dos años, en que le cupo el triste honor de
obtener para el Partido Socialista los resultados electorales más pobres de su
historia reciente, no sólo no se produce, sino que se diluye en el tiempo,
hasta el punto de que no faltan voces “chistosas”, claro, que piden a Rajoy que
le erija una estatua de agradecimiento, porque, gracias a él, está logrando
sortear la travesía del desierto de la mentira con que ha alimentado las
ilusiones de un pueblo. No en vano, un caballero valenciano, escribía el pasado
martes, 31 de diciembre, en las páginas de opinión del diario El País: “¡Qué
ingenuos fueron quienes sin ser banqueros ni miembros de un Consejo de
Administración votaron al PP!”.
Asegura
Jonqueras, desde Barcelona, que “cada vez que habla Rajoy se incrementa la
cifra de independentistas catalanes”; a lo que habría que añadir que, cada vez
que habla Rubalcaba, se hunde un poco más en las encuestas. Se impone, pues,
cada vez más, una política pasiva, miserable, como el que juega al tenis y sólo
espera el fallo del adversario.
Que
tras los tremendos avatares que venimos soportando los españoles de clase
media, baja y muy baja, que son más del 90%, la brecha entre el PP y el PSOE
esté nueve puntos a favor del primero, es digno de análisis psiquiátrico, tanto
más cuanto que todos, absolutamente todos, los ministros del Gobierno, y, por
supuesto, el propio Rajoy, con un pobrísimo 3,3, por detrás de Rosa Díez (3,79),
Albert Rivera (3,61) y Cayo Lara (3,49), reciben del pueblo, que, al menos ese
dicen, es el que manda, unas estruendosas calabazas, que, al parecer, en nada
merman el deseo de perseverar en el error, porque, a lo que parece, a estos
gobernantes del PP todo les está permitido.
En
medio de esta balumba, asombra, y de qué modo, la forma en que Rubalcaba, jefe
de la oposición, y decididamente amortizado para la política, se aferra
adanescamente al sillón, con la consabida fórmula de “laña echada, cuartillo a
la bolsa”; o sea, día más en el sillón, posibilidad de presentarse de nuevo a
unas elecciones o, en su defecto, impedir que un nuevo candidato se dé a conocer con un
programa acorde y te supere. Así de cruel, por no decir, de “borde” es la
política.
Nos
encontramos así con que, un candidato que tuvo que dimitir, como habría sido su
deber, la noche de la debacle electoral, se erige hoy en auténtico tapón y
freno a cualquier posibilidad de regeneración efectiva del Socialismo español
con miras a convertirse en alternativa real en un momento auténticamente
trágico para España, en el que las clases pudientes, la gran banca, la
oligarquía de las finanzas y algunos “listos” más, han utilizado la crisis
internacional para hacer su agosto, sojuzgar y empobrecer al pueblo y, lo que
es aún peor, dejar al país arruinado material y moralmente.
Nada
extraño que, en vista de tan clamoroso inmovilismo, el voto progresista o
inconforme, vuele hacia la Izquierda Unida de Cayo Lara, UPyD de Rosa Díez,
Ciutadans de Albert Rivera y, lo que es mucho más dramático, hacia los partidos
nacionalistas e independentistas catalán y vasco, que consideran ya lo español como una rémora
viciada, algo parecido a como hacia 1830 nos veían nuestras colonias
americanas, desde México hasta Argentina y Chile, lo que ocasionó el principio
del fin.
Estos
dos años perdidos por su culpa, señor Rubalcaba, los tendremos que pagar muy
caro, y si no que se lo pregunten al más de medio millón de universitarios que vagan
por el mundo. ¿Para eso aquella floreciente Universidad de la que tanto nos
jactábamos?
Juan
Bravo Castillo. Domingo, 5 de enero de 2014
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