DESASOSIEGO
Incluso entre quienes lo han votado, Pedro Sánchez despierta un alto grado de desconfianza; es algo que se palpa en el ambiente. Sus rotundos cambios de opinión, sus posicionamientos opuestos no pueden menos de hacer pensar que está obsesionado con el poder, cueste lo que cueste. Basta observar detenidamente su rostro, estos últimos días, para darse cuenta de que no las tiene todas consigo. El mismo día del abrazo con Pablo Iglesias, algo raro se palpaba en el ambiente. El rostro de Iglesias era el rostro ganador, radiante; el de Sánchez, forzado, risa contenida. Fue Iglesias el que tomó la iniciativa del abrazo, en tanto que Sánchez se dejaba hacer. Era lógico; abrazarse efusivamente con alguien a quien palpablemente no tragas, alguien que te ha prodigado todo tipo de lindezas, tantas o más que tú le has dedicado a él, es para no estar muy feliz. Todo suena a “trágala”. Decir como dijo a bombo y platillo que la presencia Iglesias en el Consejo de Mi