OCHENTA AÑOS SIN MACHADO
Late corazón… No todo se lo ha tragado la tierra. Hace años que no me detengo en Collioure, cuando entro en Francia por La Junquera, para rendir homenaje a don Antonio Machado, cuyas cenizas reposan en aquel cementerio, por fortuna, cada vez más visitado por gentes de toda laya y condición. Sin embargo, cada vez que paso la frontera y enfilo hacia Perpiñán algo se estremece muy dentro de mí, una sensación de tristeza me embarga: es como si mi corazón sangrara evocando la imagen de este poeta que tan esencial papel jugó en los hombres y mujeres de mi generación. De Lorca se puede hablar con rabia y con brillantez, pero de Miguel Hernández y de Antonio Machado sólo se puede hablar a corazón abierto de par en par, con una melancolía y angustia que se conectan básicamente con el devenir de nuestra malhadada hi