EL ALCALDE DE MARINALEDA
No cabe duda de que la anécdota de este verano para olvidar se llama Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde casi perpetuo de Marinaleda, mezcla de Pancho Villa, Che Guevara, el Empecinado, y lo que ustedes quieran, con sus dientecillos de ratón, su sombrero de paja en el más puro estilo boliviano y su pañuelo palestino. Telecinco, con su olfato especial, ha encontrado en él el chollo soñado y, aún más, con la vergüenza televisiva que son las programaciones de las cadenas estatales en tiempos de estío. Como es natural, los progres y los carcas se ha apresurado a tildarlo de desfasado, de francamente desfasado, lo mismo que ocurría con Anguita, o con Labordeta, a quien tanto echamos de menos; pero, desfasado y todo, al menos dice verdades como puños sobre la duquesa de Alba y los grandes latifundistas andaluces, que sólo Dios sabe lo que llevan atesorado desde nuestra entrada en la Unión Europea. El alcalde y sus secuaces de SAT son unos nostá