INGENTE TAREA
Llegó la hora de recoger lo que se ha sembrado. Las urnas no engañan. No ha sido una campaña; ha sido un campañón de dos meses, inacabable y, a veces, hasta insufrible. Pero a todo le llega su fin. Sólo unas horas, unas cuantas horas y se hará público el veredicto. Y, salvo fuerte descalabro –que muy bien pudiera haberlo–, todos dirán quedar satisfechos, y, ya de madrugada del lunes, empezarán a sonar los teléfonos ofreciendo pactos. Como de costumbre. Y más aún desde el final del bipartidismo que tantos destrozos hizo. Aquí, la clave es sumar los ansiados 176 escaños. Todo lo que no sea eso, será el fracaso. Si eres el primero, te espera la gloria; el segundo no es nada, no cuenta. España, reconozcámoslo, por culpa del separatismo unilateral catalán, de nuevo está partida en dos. En tiempos de Adolfo Suárez, la UCD e incluso el CDS aspiraron a ser la bisagra de España, gentes que se consideraban de centro y que, en su d