OTRA SEMANA NEGRA
Dicen que la noche del pasado jueves la sede del Partido Popular de la calle Génova de Madrid parecía un funeral. Me lo creo, porque, como simple ciudadano español ajeno a la política, yo, después de ver el telediario de Pedro Piqueras, sentí náuseas de oír el caos en que entre unos y otros han metido a este país; náuseas que no hicieron sino duplicarse al ver al día siguiente el tratamiento que la prensa extranjera nos dispensaba. Ahora que el historiador Alfredo Alvar Ezquerra acaba de publicar “Felipe IV, El Grande” tratando de edulcorar la figura de este rey, el penúltimo de los Austrias, responsable, junto al Conde Duque de Olivares, del desastre de España, miro a Rajoy, y me aterro al advertir que la Historia, para nuestra desgracia, puede repetirse, con esa traición que, entonces como ahora, Cataluña perpetró contra España. Como Alemania en 1944, Rajoy, especializado en dejar que los problemas se pudran y se resuelvan solos, se ve asediado