EL VILLARAZO
Dice Rajoy, en su discurso de final de curso, que hay que olvidar el pasado y mirar hacia nuestro prometedor futuro. Y se queda tan fresco. Como si con él no fuera el asunto. ¡Qué le puede quedar, sino la memoria, al anciano jubilado que ha logrado sobrevivir al atropello de Bankia y a tantas tropelías más o menos secundadas por el Estado! ¡Qué le puede quedar, sino la memoria, al honesto ciudadano convencido de que es más difícil que un rico entre en la cárcel, que un camello pase por el ojo de una aguja! Llevamos años en que España se asemeja al París de la Revolución francesa, donde un día sí y otro también desfilaban desde la corte de Justicia a la actual Place de la Concorde los condenados a la guillotina. Aquí el cortejo tampoco cede. El último hasta la fecha ha sido, como es sabido, el máximo dirigente del fútbol español Ángel María Villar, su hijo Gorka y su fiel escudero y tesorero Juan Padrón, dentro de la “operación Soule” llevada a cabo br