LECCIÓN DE MEZQUINDAD
Hubo una lección que el histórico informador mediterráneo, José Barberá, olvidó, al parecer, enseñarle a su hija Rita cuando la vio entrar en política, en 1976, junto al presidente de Alianza Popular, Manuel Fraga, y es que, si hay algo que caracteriza esta actividad es su especial crueldad, el cinismo de quienes la practican, y, sobre todo, la mezquindad de la que a menudo hacen gala los que, con la boca grande, lanzan proclamas, y, con la pequeña, no dudan en asaetear al compañero. Sus éxitos, durante veinticuatro años consecutivos como alcaldesa de Valencia, la emborracharon de poder y de euforia, hasta el punto de creerse la elegida. Pero, como a tantos otros políticos, le faltó el olfato para saberse retirar a tiempo. Es lo que tiene el creerse imprescindible en una actividad donde nadie lo es. ¡Para cuándo, señor, la limitación de los mandatos! Rita debería haber sabido que tras la tempestad vi