ADIÓS, MOURIÑO, ADIÓS.
Llegó con vitola de triunfador hace tres años a un Real Madrid con serios problemas de identidad. Dispuso de dinero en cantidades industriales. Le sobraban clase y sapiencia futbolística, pero la vanidad lo ha matado; bueno, la vanidad, el engreimiento y el creerse un dios, cuando simplemente era eso, un entrenador de fútbol, nada más. La faltó relativismo y le faltó humildad, algo de lo que desgraciadamente el mundo está cada vez más desprovisto. Es triste salir del Real Madrid como sale Mouriño, con el rabo entre las piernas y la sombra del fracaso en el alma; y también duro para un ganador nato como es él. Pero está claro que, pese a su paso por el Barcelona en los inicios de su carrera, José Mouriño no tenía ni idea del grado de encanallamiento que ha alcanzado el deporte del balompié en este país, ya prácticamente escindido. No; José Mouriño no tenía idea ni de donde se metía, ni del alto grado de maldad en todos los sentidos que ha alcanzado un