VIVIR PARA VER


 
           

         Esto de despertarse a diario con una noticia más sensacionalista que otra es ya el pan nuestro de cada día. Pero que el encargado de darles pábulos sea un organismo, en principio serio y riguroso, como la Organización Mundial de la Salud, asombra todavía más, por cuanto que tales tipos de noticias en modo alguno están exentas de motivaciones e intereses que incluso podríamos calificar de “turbios”, máxime en una época en que hasta las más altas instancias y organismos mundiales están sujetos a la sospecha.
          Y es que, lanzar a los cuatro vientos, como acaba de hacer un panel de expertos de dicha OMS, que “comer carne procesada, como salchichas, hamburguesas o embutidos, aumenta el riesgo de sufrir cáncer de colon”, no solamente supone poner en cuestión toda una extensísima gama de productos alimenticios esenciales en la nutrición de la Humanidad, sino también, y ahí está en verdadero quid de la cuestión, una amenaza evidente de ruina de múltiples empresas cárnicas.
         Es evidente que la palabra “cáncer” cada vez más produce terror en un mundo en el que quien más quien menos aspira a sacar su buena y lógica “tajada de felicidad” y a vivir la mayor cantidad de años posibles sorteando las incontables dolencias que nos acosan por doquier. De ahí la lucha denodada no sólo de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, sino también de cientos de miles de investigadores que, con sus escasos medios, hacen lo que pueden para combatir una lacra que se multiplica de una forma más que alarmante como ocurre con el cáncer colorrectal, que se ha multiplicado por tres en veinte años. Noticias, sin embargo, como la puesta en circulación ahora por la OMS, no hacen sino extender la sospecha de que existe un cierto desconcierto en este ámbito. Soltar la bomba con la consiguiente alarma mundial y sostener que la versión completa del estudio publicado por la revista científica The Lancet Oncology lo publicará la IAR dentro de unos meses, no parece ni lo serio ni lo riguroso que sería de menester
      El asunto incluso podría servir de chirigota: ya nos estamos viendo a la hora de ir al supermercado comprobando aquí y allá las diferentes hamburguesas y salchichas marcadas, al igual que las cajetillas de tabaco, con dibujos siniestros de tumores en avanzado estado de descomposición. O analizando el mínimo permisible (comer 50 gramos de estas carnes procesadas aumenta un 18% de riesgo de cáncer de colon.)  
          No es de extrañar que cada vez más se propague la idea de que todo mata: alcohol, tabaco, aire contaminado, mares putrefactos, y ahora el salchichón, los embutidos en general, las hamburguesas. ¿Hasta cuándo y hasta dónde se puede seguir dando pasto a la prensa sensacionalista? ¿Hasta cuándo y hasta dónde se puede seguir jugando con los intereses de empresas serias y solventes? ¿Hasta cuándo y hasta dónde se puede seguir introduciendo “el oxidado cuchillo del miedo”, que decía Miquel Porta, en el tan quebrantado cuerpo de la Humanidad doliente y aterrada? Los miedos se multiplican y vivir cada vez se nos asemeja una aventura más compleja por culpa de tanta torticería. Vivir para ver. No se puede seguir tirando la piedra y escondiendo la mano como tampoco se puede seguir jugando con las cosas de comer.
             
                                         Juan Bravo Castillo. Lunes, 2 de noviembre de 2015

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