TRABAJADOR Y POBRE


            Una nueva modalidad de trabajador nos ha traído el Gobierno de Rajoy, la del trabajador pobre; modalidad que a fuer de ser justos, idearon en Europa, sorprendentemente, los alemanes, para que a nadie se le pasara por las mientes malos pensamientos estando parado; pero que el Partido Popular, viendo que el flujo del desempleo no se detenía, se aprestó a tomar como forma de sacar pecho y anunciar que había creado no sé cuántos puestos de trabajo anuales.
            Desde que la mafia financiera mundial, esa misma que no cesa desde hace diez años de zapar los derechos de los trabajadores, puso de moda sus fórmulas para explotar al máximo al obrero, sacándole el máximo rendimiento con el mínimo coste, Europa, y sobre todo España, el país con mayores tasas de paro en la Unión Europea, ha entrado en una dinámica perversa y preocupante.
            Capitales que vuelan a los paraísos fiscales sin que nada efectivo se haga para contener esa plaga, y trabajadores condenados a deslomarse por 400, 500 o 600 euros mensuales; contratos a menudo de un mes, de quince días, etc. A eso ha llevado una reforma laboral que ha sido un puro fraude, en especial para los escasos jóvenes, de entre los miles y miles que hay en paro y sin expectativas de destino, que logran meter, más que cabeza, el dedo meñique, siempre con la esperanza de que en breve cambie su suerte.
            Y es que eso, al menos, sí ocurría antes. Ahora, la realidad es distinta. Estos jóvenes, muchos de ellos con carrera universitaria, están condenados, o bien a exiliarse, o bien a opositar eternamente, o bien a establecerse por su cuenta, o bien a entrar en la órbita de empresarios sin escrúpulos, explotadores de nuevo cuño, que, con el consentimiento de un gobierno taimado, fingen crear puestos de trabajo, cuando la realidad es bien distinta.
            Son ellos los que han puesto de moda la figura del trabajador pobre, que gana menos que la pensión de una viuda, o que un trabajador andaluz con sus peonadas, o casi menos que un mendigo que pide limosna en la puerta de un templo. Son trabajadores que, de ser jóvenes, se ven obligados, para su vergüenza, a solicitar la ayuda de sus padres para poder ir tirando, sin poder, desde luego, hacer proyecto alguno de futuro. A esto nos ha llevado la política gloriosa del Gobierno Rajoy.
            Aún me parece oír sus justificaciones a lo Merkel: “Más vale que trabajen y hagan algo que seguir mano sobre mano”. No, señor Rajoy, ése no era el camino, aunque a usted le sirviera para ponerse medallas, y es que lo grave es que usted y los suyos lo sabían. Pero era una manera de seducir a su electorado haciéndole creer que el paro se reducía.
            De cara a las inminentes elecciones generales se hace preciso denunciar con todas nuestras fuerzas esta lacra que acabará llevando a la desesperación o a la depresión a cientos de miles de jóvenes deseosos de demostrar sus capacidades y de reivindicarse como personas. Por eso se hace necesario acabar con esa reforma laboral tramposa que ha llevado la tristeza y la desesperanza a millares de españoles, trabajadores de todas las edades, condenados a recoger las migajas de trabajo que se le ofrecen impúdicamente y con el consentimiento de un Gobierno en exceso permisivo.

            Juan Bravo Castillo. Lunes, 23 de noviembre de 2015

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