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Mostrando entradas de 2019

LAS TINIEBLAS

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               El Papa Francisco nos urge a luchar contra las “tinieblas” que se abaten sobre todo el mundo. Nunca habíamos visto al Santo Padre tan atribulado, tan triste y tan impotente como cuando el día 25, asomado al balcón de la logia central de San Pedro, procedió a impartir a los 1.200 millones de católicos del mundo su bendición Urbi et Orbi. Él, que siempre fue un hombre animoso, cada vez se presenta más como un ser abatido, como si los problemas del mundo le pesaran como una losa y Dios permaneciera ciego ante tanta desdicha, tanto sufrimiento y tanta injusticia que se ven por doquier, convirtiendo este mundo en un pequeño infierno en el que sólo vale un dogma: “Sálvese quien pueda”.             Bergoglio sabe mejor  que nadie la patata caliente que le endosó Benedicto XVI: un mundo en el que los valores que él representa retroceden sin cesar, arrumbados por los nuevos ídolos que arrasan por doquier: el dinero, el consumo y el pragmatismo anglosajón, el de “ande yo

OTRO VARAPALO, ¿Y VAN…?

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              Entre el hastío y la rabia vivimos el pasado viernes viendo a Puigdemont y a su acólito Comins recogiendo en Bruselas sus respectivas acreditaciones provisionales como eurodiputados después de que el Parlamento Europeo levantara la prohibición de acceso que pesaba sobre ambos. La euforia de los dos prófugos de la justicia española no podía ser más contundente, conscientes de que la inmunidad que les otorga el cargo les permitirá pasearse por Europa riéndose a la cara de los jueces españoles, a quienes algo ha fallado. Pues, o bien existe una evidente animadversión de la justicia europea por nuestro país –cosa que está por probar–   o bien nuestros jueces no están a la altura de las circunstancias.             Cabe preguntarse si otros países con una democracia más consolidada, como es el caso de Francia, Alemania, Reino Unido o Italia, habrían sufrido por parte de los tribunales europeos semejantes varapalos consecutivos, y, si de haberlos sufrido, estarían dis

UNIVERSIDAD: EFECTOS COLATERALES

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              Una y otra vez se habla de la Mancha vacía (o vaciada), pero rara vez se apunta a las causas del despoblamiento de aquellas pequeñas urbes, prósperas antaño, y convertidas hoy día en auténticos eriales, como los que describe Juan Rulfo en sus obras, o como aquel Pueblo blanco al que cantaba Serrat.             Se intenta, en vano, buscar salidas, pero muy poco se logrará mientras no se analicen los motivos que vienen provocando tal sangría. Vivimos inmersos en un mundo de prejuicios, y, del mismo modo que, en Cataluña, por mor del machaqueo de la propaganda, ser español resulta, para muchos jóvenes, algo retrógrado; en los pueblos mesetarios del interior de la Península, permanecer en ellos toda la vida es ya no sólo decadente, sino frustrante.             Antaño, sólo una minoría de jóvenes –los vástagos de las familias ricas, los de la burguesía alta  y los que demostraban capacidades para obtener una beca– abandonaban los pueblos para estudiar en los Grand

LO QUE SE VE VENIR

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              La actitud de los partidos independentistas catalanes que por mor de los azares del destino se han convertido, una vez más, nada menos que en árbitros del porvenir político de España, tiene muy preocupado incluso a los que pusieron su confianza en el Partido Socialista de Pedro Sánchez. Por culpa de su torpeza política y su falta de perspectiva de futuro, se ve hoy necesitado de la abstención de ERC para formar ese “Gobierno de progreso” al que aspira. Ya no sólo se ve obligado a lidiar con el morlaco de Pablo Iglesias, que, encantado de conocerse, le pide lo que no está escrito de cara a ese pacto de gobierno PSOE-UP, sino que de paso tiene que habérselas con los que pacientemente han esperado su oportunidad, que no son otros que los independentistas catalanes, que ven los cielos de sus pretensiones abiertos de par en par.             Lo vengo reiterando: triste el papel de Izeta y su PSC en el porvenir próximo de España; su ambigüedad, su complejo de inferiorid

DESASOSIEGO

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               Incluso entre quienes lo han votado, Pedro Sánchez despierta un alto grado de desconfianza; es algo que se palpa en el ambiente. Sus rotundos cambios de opinión, sus posicionamientos opuestos no pueden menos de hacer pensar que está obsesionado con el poder, cueste lo que cueste. Basta observar detenidamente su rostro, estos últimos días, para darse cuenta de que no las tiene todas consigo. El mismo día del abrazo con Pablo Iglesias, algo raro se palpaba en el ambiente. El rostro de Iglesias era el rostro ganador, radiante; el de Sánchez, forzado, risa contenida. Fue Iglesias el que tomó la iniciativa del abrazo, en tanto que Sánchez se dejaba hacer.             Era lógico; abrazarse efusivamente con alguien a quien palpablemente no tragas, alguien que te ha prodigado todo tipo de lindezas, tantas o más que tú le has dedicado a él, es para no estar muy feliz. Todo suena a “trágala”. Decir como dijo a bombo y platillo que la presencia Iglesias en el Consejo de Mi

A VOTAR

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                                             Sí, lo digo en serio: a votar. Ya sé que hay infinidad de argumentos para no hacerlo. Me he pasado días tratando de refutarlos. Está claro que cuando alguien entra en política y más aún si ocupa un alto cargo, lo esencial es dejar a un lado la vanidad, el egocentrismo, e ir a ejercer sin circunloquios la misión que la Historia le ha encomendado por el bien de su país y de su propio partido. Lo contrario es bisoñez y, por desgracia, o más bien por los azares de los partidos, hay mucho bisoño en la política española actual, gente que está muy sobrada de turiferarios y muy falta de bufones –que eran, como ya saben ustedes, los únicos que tenían el derecho de decir a los propios reyes las verdades del barquero.             Parecía que España, con su tan alabada transición –otra mentira más de las muchas entre las que nos hemos movido en los últimos años–, había hecho de necesidad virtud, como demócratas de toda la vida. Pero no. La realid

EL DEBATE

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                    Acabo de presenciar el debate de los segundos espadas, con sus tiempos perfectamente calculados y con toda la parafernalia habitual, y el resultado ha sido el previsible: aburrido, muy aburrido, tremendamente aburrido. Lo han intentado, en especial Rufián, que apunta como un excelente parlamentario, pero todo ha sido en vano. A partir del minuto quince, el tedio se ha enseñoreado del debate, en la medida en que surgían los típicos tópicos, los habituales reproches; en una palabra, lo de siempre. No sé cuánta gente habrá hecho la hombrada de aguantar dos horas semejante coñazo, pero es para felicitarlos. Lo que sí me gustaría saber es el porcentaje de los que, como yo, se han dormido, o se han ido a la cama o han cambiado de canal.             Todo me ha sonado a hueco, a aprendido, a insulso, a vacío, como el alumno que se aprende la lección y la suelta de carrerilla sin saber lo que dice. La rutinilla diario. Ya digo, aburrido, muy aburrido. Imagino que

LO EXCESIVO

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                      Lo excesivo parece tornarse en norma hoy día, como si ésa fuera la única forma de vender. Excesiva fue la brutalidad puesta de manifiesto por los independentistas en Cataluña la pasada semana –y lo que preparan para ésta–; excesiva fue la cobertura de los medios, con unos enviados con casco que más parecían estar en la guerra de Vietnam que en otro sitio, y que se metían en la refriega con verdaderas ansias de captar la noticia in situ. Excesiva fue, qué duda cabe, la cobertura televisiva y radiofónica, el pasado jueves, de la exhumación de Franco; como excesiva fue, y de qué modo, la actuación de la familia del dictador, dispuesta a dar el show, cuando lo que realmente estaba haciendo es el más puro ridículo. Hasta el punto de que lo que tenía que haberse hecho por ambas partes con discreción y recato absolutos, se convirtió en otro espectáculo televisivo de magnas proporciones con muchas decenas de corresponsales que pensaban que asistían, como así fue

BARCELONA EN LLAMAS

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              Una vez más el Gobierno de España se ha visto desbordado por los acontecimientos; parece que ése es su sino. ¿Dónde los servicios de espionaje? ¿Dónde los asesores? Escribo estas líneas la noche del viernes, 18 de octubre, cuando todavía humean cientos de hogueras en el centro de Barcelona, esa ciudad que adoramos, y que se ha convertido en el blanco del horror desde que los pujoles cometieron la gran traición al tiempo que se llevaban a espuertas el dinero de los catalanes.             Todo lo que pueda decir se ha dicho hasta la saciedad; todos los lamentos y las condenas que pueda emitir se han emitido hasta el infinito. Lo que sí se puede añadir es que aquí, como en tantas ocasiones, entre todos la mataron y ella sola se murió. Siempre lo dije y una vez más me atrevo a repetirlo: desde el momento en que Adolfo Suárez inició la aventura de la Transición, empezó a fraguarse la gran traición de vascos y catalanes con el claro objetivo de separarse de España. No tení

FRANCO, AQUEL HOMBRE

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              Hasta los que, por suerte para ellos, se habían olvidado por completo del hombre que distorsionó la Historia de España, introduciéndola casi cuarenta años en el túnel del olvido; hasta los que ni lo habían conocido salvo en los libros de texto o simplemente de oídas, de nuevo lo han visto reaparecer, dividiendo una vez más este país desdichado por culpa de la Iglesia, la Monarquía y el Generalato golpista, que, como unas trébedes, impidieron que el pueblo más emprendedor y atrevido de la Historia levantara cabeza desde los tiempos del duque de Lerma.             Lo que hemos visto estos últimos meses desde el momento en que Pedro Sánchez decidió hacer lo que sus antecesores deberían haber hecho muchos años antes, ha sido vergonzoso. Centrar la atención mediática en un tema puramente simbólico y, si me permiten, banal, cuando los problemas surgen como setas a nuestro alrededor y seguimos sin Gobierno, es, como mínimo, desalentador, tanto como sacar pecho de una vi

LOS MIEDOS

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           Primero fueron los brujos y hechiceros los encargados de someter a los seres humanos en los tiempos prehistóricos; después fue la religión –y en muchos ámbitos aún lo sigue siendo, para nuestra desgracia–; y hoy día son los poderes fácticos por boca de determinados medios de comunicación agoreros especializados en sembrar el miedo, toda clase de miedos, difusos unos, inminentes otros.             Es como si unos y otros temieran, por una razón u otra, que el hombre y, aún más la mujer, se sintieran libres en todo la extensión de la palabra, independientemente de los temores y aprehensiones propias de nuestra condición de seres que, como decía Pascal, se hallan entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño.             Y es que no basta con nuestra conciencia, con sus aprensiones, no; se necesita más, hay que acogotarlo aún más, como si lo sufrido en nuestra terrible posguerra no hubiera sido bastante. Los nuevos hechiceros, los especializados en la

ERREJÓN

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                                              Los listos, que abundan como setas en nuestro país, y siempre van contracorriente, afirman sin ambages que la “operación más país” ha sido urdida por Pedro Sánchez y el Partido Socialista, hasta ese punto creen que alcanza el poder –y la necedad– del Presidente en funciones, tanto como los independentistas catalanes piensan que es capaz de manejar los hilos de la Justicia, y la derecha, convencida de que manda en el CESIC. Y es que, como dice el refrán, “el ladrón cree que todos son de su condición”.             Lo cierto y fijo es que Iñigo Errejón está aquí, y que ha llegado para quedarse. Eran muchos los que lo esperaban, pese a su juventud y su aparente candidez, con esa cara de eterno adolescente a lo Dorian Gray, salvando, por supuesto, las distancias. Errejón, como dice Pérez Royo, es el referente por antonomasia del 15-M, el que ha sabido guardar las esencias de aquel movimiento juvenil que asombró al mundo. Sencillo, dialo

LA INCOMPETENCIA ES UN GRADO

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              Hace años presidí un tribunal de oposiciones de cátedra de universidad. Había dos candidatos. Desde el primer momento me di cuenta de que uno de ellos había sobornado a tres miembros del tribunal, a quienes no sé con qué artes los tenía atados y bien atados. Me pareció vergonzoso, máxime cuando el otro candidato era muy superior en todo. El cuarto miembro de la comisión y yo tratamos por todos los medios de que se hiciera justicia. Pero los tres le dieron la cátedra a su candidato. El opositor burlado, consciente de la jugarreta, llevó el caso a la justicia ordinaria, la cual, tras varios meses, ordenó repetir la oposición por irregularidades manifiestas. Se repitió con el mismo tribunal, y de nuevo se repitió la farsa. El candidato burlado, después de anunciar al tribunal que lucharía hasta el final por su dignidad, volvió a impugnar, y tras varios meses de espera y de gasto, el juez de nuevo anuló la oposición, con la particularidad de que esta vez, con gran rego

EL BLOQUEO Y LA CULPA

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                                                    Esperábamos que el descanso veraniego pudiera poner fin al bloqueo, digamos, mental, de los dos líderes de la izquierda con miras al tan ansiado gobierno progresista. Pero es evidente que tanto Pedro como Pablo ponen cada día más de manifiesto su incompatibilidad; y que ese gobierno cada vez más se perfila como la mítica “Tierra prometida” en la que jamás pudo poner el pie el profeta Moisés.             Y lo peor es que el desacuerdo se ha escenificado hasta el infinito, con el lógico entusiasmo de Pablo Casado que, al tiempo que se ha dejado la barba, sueña con la Moncloa. De ahí esas incesantes maniobras intentando sumar y sumar, porque si el milagro de Andalucía y el de Madrid fueron posibles, ¿por qué no lo iba a ser el de la presidencia del Gobierno en unas futuras elecciones?  El problema, claro, es Rivera, que ya empieza a ver el tremendo error que ha cometido echándose en manos de aquel mismo que quería desbancar.