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Mostrando entradas de diciembre, 2017

¿Y AHORA QUÉ?

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         El durísimo varapalo recibido por Rajoy en las elecciones catalanas del pasado jueves no admite paliativos, y digo de Rajoy, que no tanto del PP, hasta ese punto el personaje ha adquirido visos de impopularidad –para ser fino– por aquellos lares.            Y ya no sólo por el brutal descenso de ocho escaños hasta quedarse en diez, escaños que han pasado directamente a Ciudadanos; sino también porque uno tiene la intuición de que el espectacular resultado conseguido por el prófugo Puigdemont –en el exilio para sus feligreses–, en detrimento de ERC, que, en circunstancias normales habría sido la ganadora de estos comicios, se debe básicamente al morbo que conlleva ver si, de regreso a España en olor de multitudes, Rajoy tendrá los bemoles para echarle el guante en la frontera y llevarlo derechito a la cárcel.             Un efecto doble, como vemos, y que prueba, una vez más, lo que dije la pasada semana, que se equivocó gravemente convocando unos comicios tan

NEGRAS PERSPECTIVAS

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                                      Faltan tres días para los comicios catalanes y por aquí todo sigue igual, o casi. Siempre dije que Rajoy se había precipitado dejando tan breve margen en la aplicación del artículo 155. Las encuestas se suceden y todas, escaño arriba, escaño abajo, dan unos resultados parecidos que, desde luego, no auguran nada bueno ni para Cataluña ni para el resto de España. Una vez más, como en las generales españolas podemos llegar a una dolorosa situación de impase que obligue a repetir las elecciones, sin que nada ni nadie auguren que a la segunda o a la tercera va a ser la definitiva.             La esperanza, la leve esperanza de los constitucionalistas estriba en que se alcancen cotas altísimas de participación, es decir, que voten por encima del 85 al 90% de la ciudadanía catalana, lo que supondría que se ha alcanzado un máximo de movilización de los que acostumbran quedarse en casa, viendo como ven ahora que la cosa va muy en serio y la auto

MARTA ROVIRA (MADAME PROCÉS)

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              Oriol Junqueras, que sabe que, como a Moisés, hoy por hoy le está vedada la entrada en la Tierra Prometida, decía: “Va siendo hora de que una mujer esté al mando, una mujer con una determinación y un convencimiento inigualables, sensata y audaz, y, al mismo tiempo, tozuda y obstinada, pero también dialogante y pactista. Todos a su lado, no la dejemos nunca sola. República tiene nombre de mujer”. Que por piropos no quede, porque lo que de verdad sabe el núcleo catalanista es apoyarse a muerte, justo lo contrario que el bloque constitucionalista, con Ciudadanos y PSC a la greña, en el momento que tendrían que tener mayor cohesión y unidad.             Escuchando, sin embargo, a Marta Rovira en la SER hace unos días, lo último que se podía decir es que fuera una dama dialogante o cuando menos pactante. Fue el clásico torbellino de mujer que habla y habla y no escucha, provocando el estupor de los contertulios. Acostumbrados a verla en segunda fila, siempre discre