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Mostrando entradas de abril, 2018

ARDE MADRID

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            Hace ya mucho tiempo que la ejemplaridad se divorció de la política, y que Maquiavelo campa por sus respetos en la cosa pública, incluidos los partidos políticos y casi casi en la vida misma. El mundo que hemos legado a nuestros hijos es el de todo vale, incluida la mentira más procaz; a mayor grado de mentira, a mayor capacidad para mentir sin que se te note, más posibilidades de subir en la escala social, que, a fin de cuentas, es lo que parece que importa.             Esto, que es una verdad flagrante, en Madrid ha adquirido tal volumen, que no hay palabras para describirlo. Lo de Cristina Cifuentes nos ha hecho olvidar, por un momento a Bárcenas, a Granados, a Ignacio González e incluso al esperpéntico “Bigotes”. Sabíamos de su capacidad teatral, con esa perenne sonrisa, un tanto simpática, un tanto burlona, que tanto recordaba la de los augures romanos, esos mismos que no podían cruzarse en una calle sin sonreír, porque ambos sabían que mentían. Sabíamos de su

LA HIDRA DE ALSASUA

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            En la madrugada del 15 de octubre de 2016, cuando parecía dormida, de repente salió de su letargo la hidra de Alsasua, arremetiendo con toda la saña de mundo contra dos guardias civiles que, acompañados por sus respectivas novias, tomaban apaciblemente unas copas en el bar Koxka de esa población navarra.             Ya entonces me vino a las mientes de inmediato la terrible película de Fritz Lang “Furia”, en la que un honrado ciudadano que va a reunirse con su novia se ve mezclado en un turbio asunto, sin comerlo ni beberlo, que acaba en un linchamiento del que milagrosamente sale vivo. Aquellos rostros crueles de los asaltantes a la cárcel, perfectamente tomados por la cámara de un periodista y que se erigirán en prueba esencial de unos acusados que, en el juicio, niegan, niegan y niegan, como todos los ciudadanos que se empecinan en mirar para otro lado, son parte de una historia que se repite. Esa vesania inscrita en sus caras, ese rictus perverso del que destila

CONMOCIÓN EN LAS AULAS

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            Dicen que no hay mal que por bien no venga, y qué razón lleva el refranero. El escándalo de Cristina Cifuentes –dejando a un lado su empecinamiento en negar la evidencia– ha abierto la caja de Pandora, dejando un rastro de imprevisibilidad que todos deseamos que sea para bien.             Cuando la Universidad dependía del Ministerio había, qué duda cabe, corruptelas universitarias por parte de los sanedrines de cátedros (o catedráticos) empeñados en mantener un statu quo que les favoreciera; pero ahí estaba, por lo general, el nivel intelectual para garantizar el prestigio de las universidades. No eran idílicas, pero mantenían el tipo.             Dos factores vinieron a alterar la institución universitaria: uno, el Estado de las autonomías; otro la injerencia de la política. Considero, como catedrático de Universidad, que el desastre comienza con la descentralización universitaria, propiciada y fomentada desde Cataluña en la era pujolista para fraguar lo que él

CERO EN CONDUCTA

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            Mientras el independentismo catalán se encarga de empañar más y más la imagen de España en el mundo entero ante la impasibilidad de los que deberían asumir la responsabilidad de contrarrestar semejante deterioro y se limitan a dejar que los jueces les resuelvan unos problemas que tienen mucho de políticos, el bochorno de la falta de clase cunde desde la Monarquía a las Instituciones.             Hay semanas negras, y ésta, qué duda cabe, deja atrás a muchas ya vividas, hasta el punto que lo único que parece seguir vivo es el fútbol, que sigue dando alegrías a escala planetaria. Lo demás, como decía el castizo, cero patatero. Cero en conducta para la bochornosa actuación de la reina Letizia, ofreciendo su verdadero rostro a la salida de la catedral de Parma, el pasado domingo de resurrección, en una imagen que ha dado la vuelta al mundo. Todo un espectáculo digno de una auténtica plebeya, demostrando que, donde no hay clase, antes o después se termina lavando los trapo

LLAMADA A LA JUVENTUD

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            Me gustó que el Papa Francisco iniciara la Semana Santa, el pasado Domingo de Ramos, con un alegato a la juventud, invitando a todos los jóvenes a “gritar” ante quienes intentan “manipular la realidad” y silenciarlos.             “Hacer callar a los jóvenes –sigue diciendo el Santo Padre– es una tentación que siempre ha existido. Hay muchas formas de silenciarlos y volverlos invisibles. Muchas formas de anestesiarlos y adormecerlos para que no hagan “ruido”, para que no se pregunten y cuestionen”. No sé hasta dónde pretende llegar Francisco con su denuncia, pero, para mí, que pone, y de qué manera, el dedo en la llaga. Como profesor de universidad he tenido ocasión muchísimas veces de constatar la sed de una inmensa mayoría de jóvenes por conocer y saber. He tenido momentos de verdadera epifanía con ellos; momentos en que me he sentido plenamente satisfecho a la hora de tomar conciencia de que estaba sirviendo de correa de transmisión del conocimiento, de instrume