SEÑORA MERKEL, ¡BASTA YA!


            

            Los ha habido, sobre todo gallegos, ilusionados de ver a la ilustre canciller alemana haciendo el camino de Santiago el pasado día 23. Y es que es muy probable, e incluso lógico, que pensaran que aquello iba a servir de impacto propagandístico al turismo alemán, desconocedor, en gran medida del encanto de tan original ruta.
             Pero creo que va siendo hora de ver la realidad y de llamar a las cosas por su nombre. Merkel ni vino a hacer el camino de Santiago como un peregrino más, ni aún menos a negociar con Rajoy la distribución del poder en la nueva Europa. Pese a su rostro afable y cordial, sabemos muy bien a estas alturas que ése no es su estilo. Lo suyo es exigir e imponer y para ello no da puntada sin hilo. Hace falta ser ingenuo para no ver que se ha acostumbrado a actuar en Europa, no como un miembro más, sino como presidenta efectiva de la Unión, siempre con puño de hierro y guante de seda, sin descabalgarse ni un ápice de la vieja fórmula que tan buenos resultados le ha dado con Rajoy: “Sí, muy bien lo que han hecho ustedes a lo largo de estos años. Les felicito, pero –y ahí está el quid– hace falta insistir, hay que seguir por ese camino, una muesca más, una vuelta de tuerca más”. Sin importarle que esa muesca y esa tuerca quienes la están sufriendo, y de qué forma, son los de abajo, aquellos a quienes hace años que no les llega la camisa al cuerpo.
            Son, ¡qué duda cabe!, dos gobernantes conservadores, parcos de ideas, que están llevando a Europa al borde de la vulgaridad, con una política que, como muy bien se viene denunciando, tan sólo conduce a la pérdida de la esperanza de los de abajo.
            Y es que usted, señora Merkel, no ha venido a Galicia a hacer sus pinitos en el camino del Apostol; lo suyo no es el romanticismo, sino el viejo calvinismo pragmático de viejo cuño. Y si se ha decidido a hacer esta parodia de cumbre con el gobierno de España es porque, cada vez más rodeada de enemigos y de políticos que en nada comparten sus programas suicidas, como bien se ve en Francia, donde por cierto siguen manteniendo salarios y prestaciones, viene a proponerle a Rajoy que apoye su política suicida a cambio de que a dos compañeros de partido los aúpe usted en el nuevo Gobierno europeo: a Luis de Guindos como presidente del Eurogrupo, para algo debía de servir hablar alemán, y al ínclito Cañete, de “recio coeficiente intelectual”, como comisario económico relevante. Y es que aquí nada se da gratis.
            Ahora bien, ¿habrá sido capaz Rajoy de hacer ver a la nueva dama de hierro, aprovechando los seis kilómetros de camino santiaguino, la situación real de este país, me refiero a lo social y a lo económico? ¿Habrá sido capaz de hacerle ver hasta qué punto es insostenible la situación española por más que se le hinchen los carrillos reiterando que esto mejora? ¿Habrá sido capaz de decirle que no bajamos de los cinco millones de parados, muchos de larga duración, que nuestros jóvenes no rascan bola, que los sueldos de los afortunados currantes se han reducido en un treinta por ciento, que hay salarios de hambre y de una precariedad absoluta, y que el despido es prácticamente gratis? ¿Habrá sido capaz de hacerle ver que aquí, salvo en lo que respecta a la reducción de cargos políticos y enchufados no hay ya por dónde recortar? ¿Habrá sido capaz, en una palabra, de hacerle ver que ya está bien de venir a examinarnos, que para eso no entramos en Europa, y que para ese viaje sobraban alforjas?


                                  Juan Bravo Castillo. Domingo, 31 de agosto de 2014   

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