MIOPÍA POLÍTICA


            En tanto que personalidades como la del papa Francisco cobran vigor hasta el punto de ser elegido personaje de este triste 2013 que, por fortuna, se acaba, en España, desde el rey abajo, pasando por todo el Gobierno de Rajoy, todo es languidecimiento, miopía y cortedad de miras. Cosa tanto más grave cuanto que los nacionalistas catalanes, contagiando cada vez más al PNV y a SORTU, despiden vigor, ganas de lucha y se aprestan para librar la madre de todas las batallas aprovechando esa misma debilidad de nuestros gobernantes.
            Hoy, más que nunca, hace falta política de verdad, política de altura, pero parece que lo que tenemos apenas nos permite salir de la cocina. Ni siquiera el rey, en su discurso leído de Navidad, despertó el mínimo exigible de emoción y compromiso. Sus frases, más que nunca, fueron un conjunto de lugares comunes, de vulgares tópicos; lo de siempre, vamos, un lenguaje lleno de sobrentendidos, medroso, timorato, como pasando de puntillas por lo esencial y, desde luego, escasamente ejemplarizante, cosa lógica habida cuenta de que, mes que pasa, las diferencias entre ricos y pobres se ensanchan, y poco se puede decir cuando la miseria ya es legión, los privilegiados cada vez son más privilegiados y los viejos deseos se los llevó el viento.
            Para evitar ser mendaz y congraciarse de una vez con un pueblo que pasa hambre hay que tener la talla del papa Bergoglio, o bien dejarse de pamplinas, remangarse y hacer de una vez por todas política social, tomando medidas urgentes contra los privilegiados, denunciando la gran mentira de los que están haciendo su agosto con la crisis  y renunciar de una vez por todas a tanta mentira de Estado.
            Sí, el miedo atenaza y el exceso de precaución se ha instalado en Moncloa y Zarzuela. Y si faltaba algo, el PP, que no había cumplido prácticamente nada de su programa, se lanza a una campaña contra el aborto porque dice que eso sí estaba en su programa, cuando todos sabemos que lo hace para complacer a los ultracatólicos de Rouco Valera, ya en franco declive. Una cruzada absurda, en un momento más que inoportuno, es decir, justo cuando se precisa de un urgentísimo consenso entre los dos grandes partidos nacionales para tomar la iniciativa política en aspectos trascendentales como son la Unidad Territorial, la Constitución, la Política Exterior y, a ser posible de una puñetera vez, la Educación y la Sanidad.
            Un consenso tanto más necesario cuanto que o hacemos política de verdad a todos los niveles para ofrecer una alternativa vigorosa y efectiva a lo que parece ser ya una desbandada independentista perfectamente planificada desde las trincheras de la Generalitat catalana y con derivativos cada vez más claros en Euskadi, o bien pronto nos veremos sobrepasados por la situación y, cuando nos demos cuenta, tendremos de nuevo a Kofi Annan presidiendo una comisión intervencionista tratando a toda costa de internacionalizar el proceso, que es lo que Mas y Junqueras pretenden con todas sus fuerzas.
            Parapetarse en la Ley, la Constitución, etc., es simplemente correcto, pero la riada, tal y como se plantea, exige una actuación rápida, con mucha cintura, con grandes dosis de capacidad estadista. Nuestro monarca sabe bien que esta situación es más grave que la que tuvo que sortear el 23F, y Rajoy debería tener muy claro que estamos ante un problema que muy difícilmente se resolverá con el tiempo o dejándolo pudrirse, antes bien, podría muy bien ocurrir todo lo contrario. Pero, en fin, si se empeñan, podemos seguir debatiendo el tan debatido problema del aborto.

                                Juan Bravo Castillo. Domingo, 29 de diciembre de 2013

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