EL LÁTIGO DE PEDRO SÁNCHEZ
Dejando a un lado la singular forma
de llevar a cabo la puesta en escena de la destitución de su cargo de Tomás
Gómez luego de que éste se negara a asumir la decisión de la dirección federal
del Partido Socialista, no se puede menos de aplaudir el contundente gesto de
Pedro Sánchez.
En política, y aún más a la altura
en que estamos, gestos contundentes sobre los covachuelistas que han hecho de
las Federaciones grupos compactos que se perpetúan en el poder a base de
triquiñuelas, haciendo que militantes honestos y con ganas de trabajar
honestamente terminen, hastiados, haciendo mutis por el foro, en tanto que
individuos como el subsodicho Tomás Gómez campan año tras año por sus respetos
apoyados por bases que más que tales son estómagos agradecidos, son sin duda
absolutamente necesarios.
Eso se llama limpieza y saneamiento,
aunque, para desgracia de los partidos haya que recurrir a expedientes tan
desagradables como el que acabamos de presenciar, y por más que ello, en un
principio, pueda resultar harto contraproducente para dicho partido en vísperas
electorales. Había que optar entre Guatemala y Guatepeor, pero por algo había
que empezar. El problema, claro, es la atomización actual del Partido
Socialista, con mandamases –más que líderes y barones– pululando por doquier y
actuando de portavoces de sí mismos en vista de la grave fractura en la cúpula,
con una Susana Díaz, reina mora, a quien desde hace meses vemos cómo hace la
guerra por su cuenta con la soltura de quien lleva las cartas marcadas.
Una vez digerido el gesto de
Sánchez, al que el tiempo sin duda dará la razón, por más que voces críticas
califiquen su modo de proceder de golpe de mano, muy pocos podrán seguir
alegando aquello de la blandura del personaje. Que la Federación socialista de
Madrid era un tumor en el seno del PSOE era algo evidente; que sus componentes
se habían acostumbrado a “vivir” perdiendo –porque hasta ese punto se puede
llegar en política, siempre que ello te permita seguir apegado al sillón y a la
paga – era evidente. Sinceramente no sé si el sustituto de Gómez nombrado por
la Gestora podrá competir con garantías en la batalla electoral que se avecina,
pero de lo que no cabe la menor duda es que es estrictamente necesario sacudir
el polvo de muchas sedes socialistas anquilosadas desde tiempos inmemoriales si
no quieren ser barridas, como Izquierda Unida, por el tsunami de “Podemos”.
El problema, no obstante, es, como
decíamos, Susana Díaz, que ayer mismo se dejaba ver con un discurso ladino y
nada solidario con su ya declarado rival. “Nuestro secreto –decía como quien ha
inventado la pólvora– es la unidad y que primen los intereses de los
ciudadanos”, como insinuando que Pedro Sánchez antepone sus intereses
partidistas a los de la ciudadanía. Grave error, y aún más cuando sabemos
demasiado bien a qué se debe la unidad monolítica del socialismo andaluz con
los fantasmas de los ERES revoloteando como murciélagos sobre las cabezas de
decenas de políticos. Esta Susana, rodeada de Chaves y Griñán, produce cada vez
más grima entre los que esperan que el socialismo español se depure y renazca
como el ave Fénix de sus cenizas.
Juan Bravo Castillo. Lunes, 16 de
febrero de 2015
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