¿ADÓNDE VA LA UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA?


 

            La última encuesta publicada por El Mundo, el miércoles 8 de mayo acerca de dónde estudiar las 50 carreras más demandadas en los próximos años, no puede dejar en peor lugar nuestra Universidad regional, poniéndose así de manifiesto lo que desde hace años venimos denunciando algunos de los que en su día fuimos pioneros de esta institución, nacida como agua de mayo y estancada en la actualidad por falta de ideas y de medios.
            Dentro del ránking de Universidades, ocupamos el puesto 36º entre 40, quedando únicamente por debajo de nosotros Lérida, Nebrija, Oviedo y Pablo de Olavide. Y eso, aunque lamentable ya de por sí, resulta todavía más grave si tenemos en cuenta que en el otro ránking de las 50 titulaciones más demandadas, ninguna de las Facultades de nuestra Universidad ocupa un puesto entre las cinco primeras. Ni siquiera Medicina –antaño ensalzada y hoy venida a menos tras el lamentable desdoblamiento–, ni siquiera Química –que lo tuvo todo a su favor y hoy en lo único que sobresale es en el número de catedráticos–, ni siquiera Caminos. Ninguna, insisto.
            Los que en el año 1988 iniciamos esta maravillosa empresa no podemos menos de sentirnos desolados. ¿Qué ha podido pasar para llegar a este descalabro? Tuvimos la oportunidad de hacer algo grande y ejemplar, aun cuando en el gobierno socialista de Felipe González no hubiera voluntad de secundarlo. Con todo, se empezó bien, por más que siempre faltara una idea motriz, un proyecto global sólido, lejos de los particularismos y los intereses provinciales. El problema empezó cuando la política lo infectó todo.
            De repente se intentó contentar a todo bicho viviente como quedó de manifiesto el día en que la Junta de Comunidades se empeñó en poner un nuevo campus en Talavera de la Reina. Se atendió más los intereses provinciales que los generales, e incluso los particulares, erigiéndose los todopoderosos Juan de Dios Izquierdo y José María Barreda en auténticos dueños de los destinos. A partir de entonces, el que se movía quedaba marginado por más que tuviera ideas originales y renovadoras, o eras del aparato del rector Arroyo a te veías condenado al ostracismo.
            No se apostó por nada concreto; no se buscó la superespecialiación; se crearon Facultades que luego se dejaban de la mano de Dios; lo único que importaba era tener las riendas del poder. Castilla-La Mancha se merecía algo mejor. José Bono se equivocó gravemente poniendo la Universidad en manos de quien la puso. Barreda se equivocó gravemente arrastrando descaradamente hacia Ciudad Real el grueso de la Universidad.
            El resultado está aquí, obligándonos a reiniciar el proceso con una segunda generación más preparada y menos politizada. Pero ¿qué se puede hacer con una universidad aburguesada y acomodada en la que hay profesores           que rara vez frecuentan sus despachos? La estructura actual de poder, con el omnipotente núcleo ciudadrealeño y las Facultades de Derecho y Química erigidas desde 1988 en amos y señores de la Universidad es lo que, entre otras cosas, nos ha llevado a esta lamentable situación. Decir que ha faltado financiación es lo fácil; yo creo que, además de eso, han faltado ideas y generosidad. 
            Uno, en su ingenuidad, no descarta que María Dolores Cospedal, como presidenta de Castilla-La Mancha y albaceteña de pro, haya tomado nota de este varapalo y se apreste a ponerse manos a la obra para que en el futuro algo cambie.
Juan Bravo Castillo. Es catedrático de la Universidad de Castilla La Mancha desde 1986.
                                         12 de mayo de 2013    

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