EL RETO SOCIALISTA




            Lo último que podían imaginar Pedro Sánchez y Albert Rivera, que, como recordarán, fueron los únicos en intentar formar gobierno durante estos meses, es que sus esfuerzos iban a verse penalizados, en tanto que Rajoy, con su inmovilismo, e Iglesias, con sus torvas maniobras, iban a salir beneficiados. Es de locos.
            La pregunta está en el aire: ¿Qué ha pasado con Pedro Sánchez? Ni convenció plenamente ni convence. Como a menudo se ve en a universidad, hay profesores que “apuntan”, “prometen”, pero les falta lo esencial, la experiencia, la profundidad. Sánchez, que para colmo está rodeado de gentes de su mismo corte, se ve como se ve por culpa de su osadía, al dar de lado a la gente de experiencia. Lo de Margarita Robles y Joseph Borrell, magníficos fichajes, llega posiblemente un poco tarde.
            Sánchez rema a contracorriente, socavado por gente cainita de su mismo partido que no le perdonan esa osadía a la que aludíamos, y por factores exógenos, como es el caso de la marea de Podemos e I.U. que ven en su alianza un modo de conquistar el poder, o al menos alzarse hasta donde habían soñado.
            Así es muy difícil, lo sabe bien el líder socialista, al que empiezan a flaquearle las piernas, como ocurriera a los futbolistas que jugaron la final de la Champions, y a ponérsele la misma cara que al atlético Juanfran cuando iba a tirar el penalti definitivo. Él y sus íntimos saben lo dura que va a resultar para ellos esta campaña electoral por falta de previsión y por exceso de celo.
            El problema, su problema, es que muchos de sus antiguos votantes se les han ido a Podemos, y también, no lo olvidemos, a Ciudadanos; una sangría que sigue y que difícilmente se va a cauterizar. No se hizo la suficiente limpieza en las diferentes sedes provinciales en las que un grupito de personajes resabiados controlan el poder manu militari, indiferentes ante el éxodo de decenas de antiguos militantes hastiados. Recuperar a esos desafectos se me asemeja tarea imposible.
            Por otro lado el programa. No hace falta ser un lince para ver que carece de hondura y es poco ilusionante. Me parece de justicia, qué duda cabe, imponer una renta básica, poner en marcha un “plan de emergencia social” que incluya, entre otras medidas, un “ingreso mínimo vital” de 426 euros para los 720.000 hogares que no reciben ningún tipo de prestación. Hay, efectivamente, que luchar contra la pobreza y contra las demás lacras que azotan a España, pero también, y eso es lo esencial hay que incentivar la creación de riqueza, fomentando una política de creación de puestos de trabajo con sueldos dignos, hacer que corra el dinero, de arriba abajo y de abajo arriba, como única forma de luchar contra la frustración y el desaliento que se ha adueñado de gran parte de la sociedad española, en especial de los jóvenes que han dejado de creer.
            Resulta esencial que Pedro Sánchez, al que incluso pretenden robarle la identidad socialdemócrata por parte de quienes aplican la fórmula de “todo es bueno para el convento”, haga un esfuerzo duplicado, se deje de discursos fáciles y vaya a lo esencial, a lo profundo, de lo contrario verá cómo el día 26 le roban la cartera, y se verá obligado a conformarse con la “pedrea”, o sea, esa “vicepresidencia” que ya le preparan desde Podemos: ironías del destino. Sería su fin, dejando al PSOE en una situación más que delicada, casi obligado a una refundación para evitar seguir siendo la muñeca del pin pan pun. Veremos, para empezar, qué ocurre en el “debate a cuatro” de esta noche.

                                        Juan Bravo Castillo. Lunes, 13 de junio de 2016    

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