EL NUEVO PANORAMA POLÍTICO ESPAÑOL





 


            El panorama político español, tal y como se presenta en esta coyuntura histórica, presenta visos apasionantes y sumamente novedosos. ¿Quién se hubiera atrevido a aventurar hace sólo tres años, tras la estrepitosa caída de Zapatero y la llegada al poder de Rajoy, que las perspectivas políticas iban a dar tal viraje en un país habituado al bipartidismo desde los tiempos de Cánovas y Sagasta?
            Y hete aquí que, en tanto que los políticos “viejos” se esfuerzan por ofrecer nuevas caras, nuevas promesas, y partidos como el PSOE tratan desesperadamente de dar una imagen distinta, renovada, por más que sigan ocultando qué fue de personajes como Elena Salgado, Aída Álvarez o Leire Pajín, perfectamente instaladas en sus retiros dorados merced al gran invento de la puerta giratoria, y en tanto que I.U. sigue su lamentable caída víctima de sus viejas contradicciones, y Rosa Díez se desmorona cual estatua de sal víctima, ella, de su propia soberbia, dos jóvenes promesas, casi ya realidades, Pablo Iglesias y el catalán Albert Rivera, entran en el escenario político como sendos terremotos.
            Intransigentes, impolutos y con el morral lleno de ilusiones, Podemos y Ciudadanos se disponen a desempeñar un papel trascendental en la vida política española, por más que, en los dos últimos meses, y en especial desde las elecciones andaluzas, los primeros parezcan perder bríos por culpa de su congénita arrogancia y su doble vara de medir la integridad –véase el caso de Juan Carlos Monedero–, en tanto que Ciudadanos, con Albert Rivera el frente, se constituye en un auténtico proyecto renovado de la política española, absorbiendo sin cesar votos no sólo del PP y del PSOE, sino también de amplísimos sectores de UPyD, conscientes del tremendo error que cometió su lideresa negándose a unirse con Rivera cuando éste dio el salto fuera de Cataluña.
            Lo de Albert Rivera es un fenómeno digno de análisis. Algo tiene este personaje que irradia confianza y crédito en torno a él. Inasequibles a las tácticas de quienes primeros intentan zaparlos y luego atraérselos con el sutil argumento de que ellos también son de derechas, Ciudadanos avanza decidido en su proyecto de una nueva ley electoral con listas abiertas donde todos los apoyos de los ciudadanos valgan igual, esa vieja aspiración que contribuiría decisivamente a consolidar la democracia de prestado que venimos sufriendo en España, donde los votantes únicamente refrendan las decisiones de una camarilla de los partidos.
            Tres requisitos insoslayables para quienes soliciten su apoyo: listas abiertas, expulsión de sus filas a los imputados y suscribir un acuerdo contra la corrupción, y luego otra serie de reformas plenamente coherentes y necesarias, como modernizar una burocracia que nos come literalmente; poner alfombra roja a quienes traten de crear su propia empresa en vez de coserlos a impuestos y trabas; hacer una justicia sin distingos –patético, dicho sea de paso, lo de la infanta Cristina y su abogado Roca–, amén de otras medidas puntuales para combatir el desempleo, y establecer de una vez un pacto educativo que acabe con el caos en esta materia.
            Nada extraordinario, como vemos, pero sí mucha lógica, coherencia y visos de fiabilidad. ¿Quién da más?

                                       Juan Bravo Castillo, lunes 13 de abril de 2015       

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