LA POLÍTICA COMO “CHOLLO”
En la Universidad se habla mucho. La
mayoría de los estudiantes no sabe lo que quiere, pero algunos, sobre todo
alumnas, sí lo saben, vaya que sí lo saben. Ellas quisieran ser, al menos así
me lo confesaban ayer mismo, Magdalena Álvarez, la ex consejera de Economía y
Hacienda de la Junta de Andalucía, ex ministra del Gobierno de España con
Zapatero, y hoy, tras la estrepitosa caída del gobierno socialista, feliz en su
exilio dorado como vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones. Bueno,
feliz, lo que se dice feliz, sólo lo fue hasta que la jueza Mercedes Alaya la
puso en el ojo del huracán por su más que posible responsabilidad en el caso de los ERE, asunto que ha tomado
muy mal cariz para ella, tanto que, el pasado miércoles, la jueza le imponía una fianza civil de nada
menos que de 29,5 millones de euros. Se acabaron, pues, los días de vino y
rosas para doña Magdalena.
Y es ahora cuando nos hemos
enterado, yo al menos, de que esta
avezada dirigente socialista estaba –está– percibiendo mensualmente la bonita
cifra de 23.000 euros al mes, así como 991 en gastos de representación –¿qué tendrá
que representar tan insigne dama?–, más 3.000 en dietas de alojamiento que tiene
la entidad. Vamos, un auténtico “chollo”, que sin duda le ha permitido acumular
un cuantioso patrimonio que ahora, por culpa de la jueza Alaya, está en franco
peligro.
Hay que reconocer que no sólo las
viejas vacas sagradas de los dos grandes partidos que, tras años de espejismo,
han metido a España en el furgón de cola de Europa, sino también sus
jerifaltes, adláteres y gentes de confianza, han sabido buscarse una jubilación
hors du commun, que diría Felipe González,
tanto que para sí la quisieran personajes de la talla de Bill Clinton o Tony
Blair. Y eso, que en un antiguo militante de la derecha está, de por sí,
bastante feo, cuando lo vemos en la izquierda no puede menos de producirnos
náuseas. ¿Por dónde andarán Bibiana Aido y Pajín? Seguro que no precisamente
allí por donde hace estragos el hambre.
Que los miembros de los consejos de
administración de los grandes bancos ganen tan vergonzantes sumas, clama al
cielo, pero que personajes que entraron en la política en un partido de
izquierdas para servir al pueblo y cambiar el rumbo de la historia se refugien,
sin ningún tipo de pudor, en estos paraísos terrestres, ajenos por completo a
la miseria que existe en torno a ellos, viendo cómo una juventud se desangra
tratando por todos los medios de encontrar un trabajo mezquino, esperando una
oposición que no llega, un empleo que no llega, es poco menos que de juzgado de
guardia. En eso acabó la tortilla de Chaves, los chavistas y los griñanes, en
una Andalucía condenada en la Historia por culpa de tanto arribista.
Pero es que lo más chusco es que, en
tanto que ayer mismo un personaje de altura, el alemán Uli Hoeness, presidente
del Bayer de Munich, renunciaba a su cargo y se ponía a disposición del juez
para entrar en prisión, por aquí, eso de dimitir es un verbo que cada vez
pierde más su significado original. Y es que, la señora Magdalena, como en su
día la señora Ana Mato, ministra de Sanidad, hace oídos sordos a la razón y se
aferra a sus privilegios, ante la impasibilidad comprensiva y más bien
sospechosa de quienes tenían que poner el grito en el cielo, excepción hecha de
Rosa Díez, contundente ella, que insta a la antigua ministra de Fomento a
dimitir porque su permanencia en el cargo “hace daño al sistema democrático, a
la imagen de España y a la propia institución”, e incluso, yo me atrevería a
decir, a una izquierda que hace tiempo que se olvidó de los preceptos de Pablo
Iglesias y don José Prat.
Juan Bravo
Castillo. Domingo 16 de marzo de 2014
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