EL PROCESO: LA ESPAÑA KAFKIANA


            Una mañana Joseph K., soltero, apoderado de un banco, justo el día que cumple treinta años, es arrestado por dos individuos, William y Franz. Este arresto, que lo saca de su cotidianeidad, sorprende tanto más a Joseph K. cuanto que ni los encargados de detenerle, ni siquiera el inspector que lo interroga pueden informarle del motivo de su arresto. Joseph se ve entonces sometido a un extraño procedimiento: le conceden el estatus de procesado libre, pero comprometiéndose a acudir a la convocatoria que le envían cada mes. Joseph está convencido de que se trata, bien de una broma pesada de algún compañero de trabajo, bien de un gran error que no tardará en esclarecerse, pero uno de los guardianes le advierte de la inexorabilidad de la Ley.
            Ayer nos levantamos con una serie de noticias que demuestran que España se ha convertido plenamente en un laberinto kafkiano por el que vagan sombras errantes que, como Joseph K., se empeñan en defender su inocencia contra viento y marea. El primero, y más importante, Josep Antoni Duran i Lleida –otro Joseph K.–, presidente de Unió Democrática de Cataluña (UDC), hombre amable y respetado, siempre descollando en las líneas de popularidad por encima de Rajoy y Rubalcaba, pero que de pronto ha visto resquebrajarse su honorabilidad por el caso Pallerols, procedimiento judicial de financiación ilegal que se ha prolongado nada menos que trece años, para escarnio de la Justicia. Trece años para probar que se llevaron trescientos mil euros de Europa destinados a formación de parados y que ellos, el partido, utilizó en su propio beneficio. Duran, que ya en 2000 afirmaba que dimitiría si se probaban los hechos, ahora, sumido en su laberinto, y confiado probablemente en lo relevante de su papel de cara a las relaciones hechas trizas entre Cataluña y el resto de España, parece no acordarse de aquella promesas.
            Prácticamente a la misma hora, el vicealcalde de Madrid Miguel Ángel Villanueva, presentaba su renuncia irrevocable a su alcaldesa Ana Botella por su responsabilidad en el caso Madrid Arena, aunque eso sí dejando bien claro, él, que no siente en modo alguno responsable de lo allí acaecido, y ella, que se siente orgullosa de la colaboración leal de su vicealcalde, un hombre al que no duda en declararle su aprecio en lo personal y en lo político. Pero, como diría Marco Antonio aludiendo a Bruto: era un gran hombre, pero mató a César. Evidentemente, lo primero que se exige para ser un político de porvenir es ser un individuo sin entrañas.
            La tercera víctima de la mañana era un viejo cacique gallego, Luis Baltar Pumar, presidente de la diputación de Ourense, el cual solicitaba, “voluntariamente” como no podía ser de otro modo, la suspensión de militancia temporal en el Partido Popular “para no dañar a la organización” y mientras dure la querella de la Fiscalía contra él por un supuesto delito de prevaricación continuado en los contratos, vieja práctica de esos caciques desde tiempos inmemoriales. Por más que sepa que ése es su final.
            Y por si faltaba algo para tornar la situación aún más kafkiana, el ex socio de Iñaki Urdangarín, Diego Torres, el hombre diabólico de rictus implacable, dispuesto a jugarse el todo por el todo en su papel de chantajista de la Corona, demostrando lo que son las amistades peligrosas –a buena hora, Iñaki–, entregaba al juez instructor del caso Nóos nuevos correos electrónicos que podría comprometer aún más a Urdangarín.
            Son cientos los casos que aguardan en el laberinto de la Ley: Gurtel, Nóos, Palau, ITV, cerca de 300 políticos imputados: la corrupción es el gran descrédito de la política española. Todos, como Joseph K., se sienten perseguidos, y aquí nadie se apea de su inocencia. Confesar lo último, le decía un amigo al otro después de que la mujer de este último lo hubiera pillado copulando con otra mujer.

                                 Juan Bravo Castillo. Domingo, 13 de enero de 2013

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