ORIOL JUNQUERAS
Este
profesor de italiano de maneras dúctiles y aspecto de Falstaff no augura nada
bueno para España. Como todos los avispados, Oriol buscó al tonto útil de turno que le hiciera su
trabajo y a fe que lo encontró en un Artur Mas, rebosante de rencor con
Zapatero por la jugada que le hizo con el tristemente célebre “Tripartito”.
Artur Mas asumió el cargo de President
de la “Generalitat” con el corazón cargado de rencor y de ansias de venganza,
anunciando un referéndum que él sabía utópico, a la par que catastrófico, pero
ahí estaba Junqueras, detrás de él para convertirlo en piedra de toque.
Jamás
en la política española se vio un zafio tan sublime como Artur Mas y a un
artero como Junqueras engordando a pasos acelerados como la rana que se tragó
al buey de la fábula, hasta adquirir visos de ganador, y todo ello sin mover un
dedo, simplemente enderezando al muñeco cada vez que vacilaba al darse cuenta
del tremendo enredo en que había metido a Cataluña.
Ahora
ya, convertido Mas en un cadáver político al que únicamente le quedan un par de
movimientos de jaque mate antes de ser fagocitado, él y la gran burguesía
catalana, por Ezquerra Republicana de Cataluña, el asunto empieza a adquirir
tintes dramáticos, quedando una vez más de manifiesto que unos se encargan de
mover el árbol hasta sudar tinta china, y otros, los “listos”, se afanan en
recoger las nueces, y a fe que la cosecha es de consideración; hasta el punto
que, crecido en su ego hasta límites insospechados, el nuevo Falstaff de
Cataluña, en vez de identificarse con el prototipo shakesperiano, prefiere
apelar nada menos que a Luther King y al mismo Ghandy. El delirio, vamos.
Y,
como si Cataluña tuviera algo que ver con la vieja India colonial o con el caso
de los negros afroamericanos, el alcalde de San Vicente de las Huertas no duda
en apelar a la desobediencia civil en caso de que el Gobierno central prohíba
–a ver qué remedio– el referéndum. La situación, tras esta tercera Diada
explosiva, perfectamente orquestada desde la “Generalitat”, es un auténtico
impase, un callejón sin salida, que sólo admite soluciones traumáticas para
todos, máxime cuando Europa no puede tolerar –de ahí la gravedad del caso
escocés, tan torpemente tratado por el Reino Unido– su progresivo
desmembramiento, pues no solamente aguardan su turno Cataluña y el País Vasco,
sino también la Bretaña, Córcega, La Italia del Norte, los walones, etc.
La
situación a la que Mas-Junqueras y los que sumisamente han entrado en el juego
de ambos abocan a Mariano Rajoy está más que clara, máxime cuando los dos
grandes responsables del caos juegan con las cartas marcadas. El artículo 155
se cierne ya sobre el horizonte como uno de esos grajos de mal augurio en los
cuadros de Van Goh. A esto se llega cuando los políticos, en vez de hacer
política como es su obligación, o sea, en vez de dialogar y negociar, se
encastillan en sus respectivas posiciones, asumiendo agravios, haciéndose el
don Tancredo, refugiándose en el decreto de rigor. Los hay que piensan que ya
es demasiado tarde, pero en política, y más cuando de por medio está la paz
entre los pueblos, nunca lo es. Señor Rajoy, mueva ficha antes de que la situación
se pudra del todo y el abismo se torne insalvable con este Oriol Junqueras
convertido en el nuevo mesías catalán.
Juan Bravo
Castillo. Domingo, 14 de septiembre de 2014
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