VENCEDORES Y VENCIDOS


   

                                      
Lo que de verdad se necesitaba era un candidato que tuviera la experiencia de Rubalcaba y la juventud de Chacón.

            Escribo estas líneas cuarenta y ocho horas antes de que se sepa quién será el nuevo secretario general del Partido Socialista Obrero Español, y en un momento en que la tensión entre los partidarios de Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón alcanza extremos raramente aconsejables.
            Lo que parecía un enfrentamiento entre el poder constituido y el sempiterno aspirante, por culpa del exceso de confianza del primero, se ha convertido en un combate sin tregua donde uno tiene la impresión de que se juega algo más de lo que debería estar en juego en un congreso de este alcance, y donde por momentos parece que la balanza se inclina hacia la joven Chacón, encendiéndose de ese modo todas las alarmas de Ferranz.
            En el momento en que este artículo vea la luz, se sabrá quién ha sido el ganador(a) del envite y, en tanto que unos estarán brindando con champán, otros andarán haciendo las maletas y embaulando las ilusiones largo tiempo incubadas, porque esto, a decir verdad, huele a funeral.
            Ha sido un congreso rápido,  suicida; una lucha a muerte entre la senectud y la experiencia, frente a la juventud y el maquiavelismo –casi diría el rasputinismo–, sin mediar discursos serios, proyectos de futuro ni ideologías innovadoras. Simplemente Chacón o Rubalcaba, Rubalcaba o Chacón, dos rostros, dos personajes, dos trayectorias, dos identidades, cuyas íntimas ideas –sobre todo las de la aspirante– desconocemos casi por completo, en un momento en que el socialismo español, si Dios no lo remedia, está condenado a un largo peregrinaje por el desierto en que Zapatero y sus barones nos introdujeron.
            Cuando más ilusión se necesitaba, cuando más ideas y proyectos hacían falta para restaurar a la izquierda en el lugar que, por derecho, le reserva la Historia, cuando más falta hacía sentar un debate profundo de ideas renovadoras, como se ha hecho en Francia, por aquí hemos seguido apegados al cheque en blanco, al rostro vacío, a la sonrisa viciada, al que más nos conviene porque resulta más simpático, más convincente, más abierto, más beneficioso para mis intereses particulares y mi porvenir en juego.
            Lo que, para cuando vean la luz estas líneas, haya salido elegido, es pan para hoy y hambre para mañana, porque, detrás de este precipitado congreso, subyace la división, la escisión, la fragmentación. Los ganadores se montarán en la burra y los perdedores se irán a su casa a tragarse en la intimidad las lágrimas, y todo en un momento en que lo fundamental, por encima de los intereses particulares, por encima del felipismo y del zapaterismo, era la unión a toda costa, un proyecto común en torno a un hombre o una mujer que despertara entusiasmo, un candidato que tuviera la experiencia de Rubalcaba y la juventud de Chacón, y que, por lo demás, no estuviera contaminado por el pasado y sí abierto plenamente al porvenir.
            Las prisas rara vez son buenas o aconsejables. Ninguno de los dos candidatos ha jugado limpio. Todos sabemos que se debería haber propiciado la presentación de otros candidatos, como Madina o López Aguilar, buscando otras alternativas. Lo que se ha hecho es una lucha fratricida entre generaciones, vicio en el que ya incurriera Zapatero –aunque también podríamos remontarnos a Suresnes–, y eso tiene un alto precio.

                                 Juan Bravo Castillo. Domingo, 5 de febrero de 2012
                  

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA BRECHA SOCIAL

DIEZ AÑOS SIN BERNARDO GOIG

DESIGUALDADES Y POBREZA