LA CUESTIÓN VASCA
¿Hasta cuándo Bildu va a poder contener a sus matarifes?
Es tan agobiante la situación
económica española con ese brutal aumento de la cifra del paro que nos acaban
de anunciar, y lo que, al parecer, si no se modifica la línea trazada por
Merkel-Sarkozy, nos espera en los próximos meses, que apenas nos queda tiempo
para prestar un mínimo de atención al problema vasco, cerrado en falso, y
presto a entrar en erupción en cualquier momento.
Hay datos evidentes, puestos de
manifiesto el pasado miércoles por el recién nombrado ministro del Interior,
Jorque Fernández Díez, para afirmar que la banda terrorista ETA está viva y muy
viva, y si adoptó la decisión, el pasado 20 de octubre, de abandonar la
actividad armada, lo hizo, no por convicción democrática, ética y moral, sino
por pura táctica y por las presiones de los que están plenamente convencidos –y
los hechos parecen avalar sus tesis– de que el camino de las urnas puede
resultarles bastante más ventajoso que el de las armas.
Rara vez, en la historia de España,
una paz se había establecido de una manera tan singular. Zapatero,
evidentemente tenía prisa, y las prisas, como decía el castizo, sólo son buenas
para los delincuentes y para los toreros malos. Había que alcanzar la paz “como
fuera” con tal de apuntarse un tanto decisivo en el cuaderno de los Historia en
una época en que pintaban bastos para él. Era una oportunidad única, como muy
bien le hizo ver Jesús Eguiguren a Otegi y al prófugo Ternera. Porque el “como
fuera” implicaba una generosidad inusitada por parte del vencedor; pasar por
alto la vergüenza de tener que pedir perdón; no tener que entregar las armas y
ni tan siquiera disolverse como banda: un chollo, vamos.
Se montó el teatrillo con los
observadores internacionales, en una de las más burdas maniobras que se
recuerdan, y poco después ETA anunciaba que renunciaba a la violencia en un
alto el fuego permanente –siempre la misma ambigüedad calculada–, como un rasgo
de generosidad hacia España cuando era justo lo contrario. Como en las
elecciones municipales, el efecto propagandístico en las elecciones generales
fue incuestionable. <<Ni en el más delirante de sus sueños podían los
terroristas vascos imaginar que les iba a resultar tan fácil la conquista del
poder político. Sin dejar las armas, sin arrepentirse y sin que mediara
siquiera una condena explícita de los crímenes producidos en medio siglo de
coacción sangrienta>>, palabras escritas por Ignacio Camacho, poco antes
en ABC.
Han sido meses de auténtica ebriedad
para la banda, de toma del poder, pasando de la clandestinidad a la Diputación
General de Guipúzcoa nada menos. No habían hecho el menor gesto y lo habían
obtenido casi todo. Faltaba, no obstante, el casi, o sea, la amnistía general:
presos a la calle, y que viva Bildu.
Lo que no se esperaban es que su
maniobra tomara nuevos rumbos tras la llegada a Moncloa de Rajoy. De ahí ese
doble juego que se viene apreciando desde la Navidad, cuando empezaron a
extorsionar a los comerciantes para que apoyaran a sus presos con dinero. Las
denuncias fueron acalladas, pero es evidente que la banda se ha entregado a
fondo al doble juego, tratando de establecer una infraestructura estable en
Francia –cómo si no interpretar la detención de los tres etarras la pasada
semana en Francia– y, de ser posible, en Portugal. Ello, unido a la
movilización de las masas en el País Vasco, y a los escándalos en la Audiencia
Nacional, con unos etarras cada vez más crecidos durante sus juicios, que
incluso se enfrentan a sus jueces, insultan a la guardia civil y se chulean de
sus víctimas, hacen que la situación se torne cada vez más preocupante. ¿Hasta
cuándo Bildu va a poder contener a sus matarifes? La patata caliente está
servida para Rajoy. Veremos qué pasa.
Juan
Bravo Castillo, 29 de enero de 2012
Comentarios
Publicar un comentario