DE MAL EN PEOR



       Si hubiera que definir la situación actual en Cataluña, la única respuesta que me viene es ésa: “De mal en peor”. Desde que se iniciaron las hostilidades con Artur Mas, en ningún momento han perdido la iniciativa aprovechando la falta de entendimiento entre los partidos constitucionalistas. Esto, de seguir así, va a terminar muy mal. E incluso me atrevería a decir que el estallido está a punto de producirse. El Consejo de Ministros programado por Pedro Sánchez para el día 21 en Barcelona no augura nada bueno.
         No cabe duda que lo tienen todo perfectamente estudiado y saben jugar en cada momento con la torpeza del gobierno de Madrid (por algo siempre se consideraron los catalanes dos puntos y medio por encima de los castellanos). El mayúsculo error que cometió la UCD de Adolfo Suárez, y más tarde el PSOE de Felipe González dejando que cada región hiciera con la educación lo que le viniese en gana, ha producido toda una generación, ya no digo de catalanistas, sino de antiespañolistas exaltados e iracundos que son los que vemos a diario haciendo de las suyas y cada día más dispuestos a todo. Sin que el Estado español siquiera lo sospechara, hizo un sistema de oposiciones a primaria, secundaria y universitaria, donde el requisito esencial era ese mismo: el catalanismo exaltado y el odio a España. Y para quien ponga en entredicho lo que digo, que vea qué porcentaje de docentes se sienten españoles y catalanes. Menos del diez. De ahí la fórmula: trabajarse a la juventud y dejar que los viejos molestos se vayan al otro mundo. 
       Hoy día, que la cosecha es ya considerable, el problema es todos esos que ya no tienen paciencia, los impacientes de la CUP dispuestos a arrasar, activistas probablemente pagados, que aprovechan los cuantiosos errores del Gobierno de Madrid para hacer adeptos con todos los resentidos, almas cándidas, extranjeros en paro, etc. El resultado a la vista está. Lo de Aznar y lo de Rajoy con el tema del Estatuto fue de chiste, haciendo que el número de independentistas se duplicara en diez años. La lamentable aplicación del 155 y la judicalización del proceso hicieron el resto, metiendo en la cárcel a estos líderes del procès que hoy van de mártires. 
      Pedro Sánchez, reconozcámoslo, ha obrado con buena voluntad, y más aún después de contar con el apoyo catalanista que tantas ampollas ha levantado, pero justo es reconocer que su fracaso es ya incontrovertible. La cosa va a más a pasos acelerados, y la partida está perdida, sobre todo la de la opinión. Y lo peor es que todos intentan, como ocurriera con ETA, hacer leña del tema catalán, provocando de ese modo el surgimiento de una extrema derecha sui generis (en España desde el racismo al extremismo son así) que vuelve a aquello del “palo y mano dura” que cantaba el grupo Jarcha. Es curioso: la actitud intransigente del PP generó esta caterva de fanáticos a la catalana, y, a su vez, esa caterva ha generado otra aún más peligrosa –puesto que se nutre del viejo ideario que nuestros reyes aplicaron a quienes no comulgaban con sus esquemas– que hace que la situación se torne más que difícil por momentos.
     El diálogo por el que siempre abogaron Mas y Puigdemont era una patraña, tanto como el pacifismo del que hacen gala, simplemente porque carecen de un ejército, pero su peculiar guerra de guerrillas, perfectamente urdida, no cabe duda que es obra de grupos organizados. El problema ahora es el de los mossos de esquadra y su control. Por fortuna, y ése es el punto débil de los independentistas, está Quin Torras, un hombre al que ciega la impaciencia y la incapacidad; Puigdemont no pudo elegir peor. Por ahí ha de empezar la actuación del Gobierno, con o sin el 155, pero con decisión y mano firme; lo contrario, señor Pedro Sánchez sería hacerse el harakiri como usted se lo está haciendo.

                        Juan Bravo Castillo. Domingo, 16 de diciembre de 2018    

                                       

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