RETENER EL TALENTO


                                          
            La aprobación, por parte del Gobierno de García-Page, merced al apoyo del PSOE y de Podemos, de la posibilidad de que los funcionarios de Castilla-La Mancha que lo deseen, puedan continuar en activo hasta los setenta años, supone un paso extraordinario en lo que se ha dado en denominar la “retención del talento”. Hasta ahora, recordémoslo, tal sólo a los profesores de la Universidad y a los jueces les estaba permitido este “privilegio”.
           Siempre me ha parecido de pura lógica que la jubilación, en un país democrático y progresista, se estableciera en base a la fijación de una edad concreta, 65 años (salvo en caso de profesiones con un desgaste humano y psicológico –mineros, transportistas, obreros de la construcción, etc.–, en cuyo caso se podría retrasar perfectamente la edad en lo que fuera preciso), pero permitiendo, e incluso fomentando que personas de talento pudieran proseguir su carrera hasta los setenta (e incluso más, como emérito, como se hacía en esta Universidad). ¡Cuántos excelentes profesores he visto abandonar su cátedra de instituto cuando aún podían dar de sí muchísimo en su saber! Y lo mismo en la medicina, en la jurisprudencia (ahí tenemos, como ejemplo de capacidad de trabajo. a un abogado de excepción como Ramón Bello Bañón, que a sus 85 años aún hace sus pinitos) o en otros ámbitos.
            Y es que, pese al empeño de la sociedad moderna euroamericana por marginar a las personas mayores de sesenta años como incapacitados para cualquier trabajo productivo, es lógico que una legislación que se precie trate de hacer justicia a ese estrato social, sobre todo habida cuenta de que, no sólo la esperanza de vida ha superado los ochenta años, sino que, hoy por hoy, un hombre o una mujer de sesenta años que se hayan cuidado mínimamente, y a diferencia de lo que ocurría antaño, todavía son aptos para trabajar como el que más en profesiones no estrictamente manuales, e incluso para liderar con maestría una labor de equipo. Es lo que, un poco pomposamente, se ha dado en denominar, como decíamos, “retener el talento”, objetivo primordial de la disposición. Pensemos en el dinero y el tiempo que cuesta formar a un experto universitario, a un jurisconsulto curtido, y no digamos a un médico o cirujano especializado, profesión en la que, por cierto, vemos cada vez más cómo muchos de ellos son captados por la privada  en cuanto alcanzan la edad de jubilación.
            Los hay que afirmarán sin duda que esta medida es otro obstáculo más para el acceso de los jóvenes al escalafón correspondiente. Puede que sí, pero también puede que no, pues lo primero que tendremos que ver es el número de funcionarios que, por un motivo u otro, optan por seguir trabajando o por jubilarse, y lo segundo es que, si se recupera la semana de 35 horas, se crearán puestos de trabajo a todos los niveles, superándose así parte del problema.
            Desde luego, todo eso se podría hacer si se recobrase el estado de bienestar por el que tantos años luchamos y que con cuatro tijeretazos la presidenta Cospedal se encargó de desmontar. Como siempre he dicho, y hoy más que nunca se necesita de la imaginación. “La imaginación al poder”. Sin ella, y un poco de sentido común, un gobernante y un gobierno no son nada: que se lo digan a Sancho en la ínsula Barataria. De momento no es malo, que digamos, el paso dado por el gobierno de nuestra región. Vamos en buena dirección.

                     Juan Bravo Castillo. Lunes, 7 de diciembre de 2015  

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